Los mayores ante la eutanasia

18/10/2020 - 13:28 Manuel Ángel Puga

No es justo ni procedente que desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) se oigan voces diciendo que las personas mayores vivimos demasiado y que somos una carga para la economía mundial.

Lo dije en una ocasión en estas mismas páginas y lo repito ahora: esta pandemia se está llevando lo mejor de toda una generación. Me refiero a esas mujeres y hombres, nacidos en España hace más de 65 años, y que el coronavirus está eligiendo como víctimas preferentes. Muchos de ellos seguirían hoy con vida, de no ser por esta despiadada pandemia… Fue una generación abnegada y luchadora. Tuvieron (tuvimos) que sufrir la Guerra Civil española (1936-1939) y a continuación, sin descanso ni posibilidad de recuperación, hubo que pagar las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial (1940-1945). Fueron años de miseria y de hambre, en los que era necesario reconstruir un país en ruinas

Por todo lo anterior, no es justo ni procedente que desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) se oigan voces diciendo que las personas mayores vivimos demasiado y que somos una carga para la economía mundial… Lo que se insinúa con tales palabras es fácil de adivinar. En el caso de los mayores españoles, levantamos un país destruido por la guerra. Pero lo mismo se podría decir de los mayores franceses, italianos, alemanes, ingleses, polacos, etc., porque todos ellos tuvieron que reconstruir sus respectivos países después de la Segunda Guerra Mundial. Es de justicia que ahora recibamos una pensión, por otra parte bien ganada y cotizada. Nadie nos ha regalado nada. Al contrario, es mucho lo que se nos debe… Así pues, esas voces son injustas e improcedentes.

Pero no sólo son voces lo que hay contra los mayores, sino también proyectos de ley que nos empujarán hacia la muerte. No nos engañemos: la proyectada Ley de Eutanasia no acabará con el sufrimiento de los enfermos; más bien los empujará a la muerte. Ocurrirá con la legalización de la eutanasia algo parecido a lo ocurrido con el aborto: se partió de unos supuestos extremos para ir a parar al aborto libre que ahora tenemos. La eutanasia también será libre en España, y las consecuencias serán graves, entre ellas que el Gobierno y las entidades privadas dejen de invertir en la investigación de las enfermedades terminales, además de acabar con las ayudas a la dependencia.

Quienes defienden la Ley de Eutanasia deberían tener en cuenta que es imposible determinar si el enfermo terminal podrá sobrevivir por sí mismo. Casos ha habido en los que los médicos retiraron el soporte vital al paciente, y éste siguió viviendo por sus propios medios. La eutanasia, por tanto, puede matar a quien la naturaleza no había destinado a morir. Quizá por ello, la Organización Médica Colegial (OMC) ha declarado no hace mucho: “No avalamos la eutanasia, porque los médicos estamos a favor de la vida”. Vemos que en la eutanasia no está la solución a los enfermos terminales. ¿Dónde está?

La solución está en los cuidados paliativos, en cuidar y ayudar al enfermo hasta el final. Es bien sabido que una de las asignaturas pendientes de la Medicina española son los cuidados paliativos. Lo que se debería hacer es definir la forma y el contenido de una Ley de Cuidados Paliativos. Esta Ley es la que ahora se debería estar debatiendo en el Congreso español, en lugar de la Ley de Eutanasia. ¿Por qué? Porque la eutanasia no es la solución ni es señal de progreso, sino de retroceso, como ha manifestado A. Filipe, portavoz del Partido Comunista Portugués. Y añadió: “Se deben movilizar los avances técnicos y científicos para asegurar el aumento de la esperanza de vida, no para acortarla”… La ciencia debe aumentar la esperanza de vida, no acortarla.

La mayoría de las personas mayores opinamos que no es necesaria una Ley de Eutanasia. La razón es que en España ya vienen funcionando unidades de cuidados paliativos para evitar el sufrimiento a los enfermos terminales. Lo que ocurre es que son insuficientes y están poco dotadas. En consecuencia, la solución al problema de los enfermos incurables no es la eutanasia, al igual que no lo está siendo en los países en que se ha legalizado. La solución al problema está en incrementar el número de unidades de cuidados paliativos y en dotarlas de más medios materiales y humanos.

Por último, al margen de que la Ley de Eutanasia sea o no aprobada, quienes la proponen y tramitan demuestran una hiriente falta de sensibilidad. Cuando miles y miles de personas mayores están muriendo a causa de la pandemia, resulta macabro y deplorable estar gestionando la legalización de la eutanasia, lo que significa añadir más muertos a los que están cayendo… Falta sensibilidad humana y prudencia política. ¡Una verdadera pena!