Medea: del mito a la realidad


Cuando escribo estas líneas somos muchos los que compartimos la angustiosa situación que está viviendo esa madre de Tenerife, porque desconoce lo que ha sido de sus dos hijas, de 1 y 6 años.

Una de las tragedias clásicas más conocidas quizá sea Medea, obra escrita por Lucio Anneo Séneca, aunque es lo cierto que el filósofo cordobés tuvo en cuenta la Medea que había escrito el trágico griego Eurípides. Esta obra encarna el mito del amor que se convierte en odio y que, por ello, es capaz de dar muerte a los hijos nacidos de aquel amor. Para acercarnos al verdadero significado de la obra será conveniente recordar su argumento.

Medea vivía en la ciudad de Corinto, junto a su esposo y a sus dos hijos pequeños. La vida transcurría plácidamente para esta familia, hasta que un día Medea se entera de que su marido, Jasón, se va a casar con Creúsa, hija del rey Creonte. Tras implorar a los dioses que castiguen a los responsables de tamaña traición, Medea recibe la amarga noticia de que debe abandonar Corinto y marchar de inmediato al destierro. Desesperada, suplica a su marido que la acompañe, pero Jasón se niega a tal petición. Medea le suplica entonces que, al menos, le permita llevarse a sus dos hijos, a lo que el esposo infiel también se niega. Ante estas negativas, ella finge aceptarlo todo para así preparar mejor su horrible venganza.

Después de invocar a los Infiernos y a Hécate (diosa de las artes mágicas), Medea envía unos regalos de boda a Creúsa. Los regalos maléficos surten su efecto, provocando un voraz incendio que destruye el palacio real y hace que mueran abrasados el rey y su hija. Logrado este objetivo, da muerte a uno de sus hijos, subiendo con el cadáver y el otro hijo a la azotea de la casa. A continuación aparece Jasón, acompañado de varios soldados, para apresar a Medea, pero ella mata al otro hijo en presencia de su padre, y arroja al vacío los cadáveres de los dos niños. Al final de la obra, Medea huye por los aires en un carro tirado por dos dragones alados.

Medea es un mito, pura imaginación, pura fantasía; sin embargo, se hizo realidad en demasiadas ocasiones. Medea es una de esas obras literarias que nos obliga a dudar dónde se encuentra la realidad y dónde la fantasía. El mito de Medea, magistralmente tratado por Séneca, se hizo realidad bastantes veces a lo largo de los años, siempre que el amor se transformó en odio y fue capaz de dar muerte a los hijos nacidos de aquel amor.

Todavía conservamos en nuestro recuerdo el terrible caso Bretón, aquel padre de familia que por odio a su mujer dio muerte a los hijos nacidos del matrimonio. Según la sentencia judicial condenatoria, Bretón mató a sus hijos pequeños y después los incineró en una especie de horno situado en una finca que poseían sus padres… En aquella ocasión no fue una mujer quien encarnó el mito de Medea, lo que indica que no es el sexo quien lo hace posible, sino el amor que se ha transformado en odio. El que sea una mujer o un hombre quien realice esa transformación no es, pues, lo relevante.

Cuando escribo estas líneas somos muchos los que compartimos la angustiosa situación que está viviendo esa madre de Tenerife, porque desconoce lo que ha sido de sus dos hijas, Anna y Olivia, de 1 y 6 años. Su marido, y padre de las niñas, se las llevó diciéndole que jamás volvería a verlas. Han pasado ya más de 15 días desde que las niñas desaparecieron y, por más que se las busca por tierra y por mar, aún no han aparecido ni dan señales de vida. La angustia se hace insufrible… ¿Las habrá matado su padre cegado por el odio hacia la mujer que antes amaba? Hasta el momento nada se sabe. Ojalá llegue a comprender que el odio no soluciona nada, sino que más bien lo empeora todo.

Estos casos, y otros similares, nos permiten comprobar que a veces los mitos se hacen realidad, por la sencilla razón de que, pese a ser un producto de la imaginación, tienen clavadas sus raíces en lo más hondo de la naturaleza humana. Los mitos no son algo ajeno al ser humano; al contrario, los llevamos en nuestro interior, formando parte de nosotros mismos. Así, el mito de Medea se hizo realidad siempre que el sentimiento del amor se convirtió en odio, y fue capaz de dar muerte a los hijos que habían nacido de aquel amor. 

Desgraciadamente, el mito de Medea se hará realidad mientras existan seres humanos, da igual que sean hombres o mujeres, que sean capaces de matar a los hijos que engendró con la persona que antes amaba, pero que ahora odia de un modo enfermizo.