Menos lobos
.La democracia, cualquier democracia, es un difícil equilibrio que requiere mantener unos consensos mínimos y una aceptación permanente tanto de las reglas de juego como de los resultados electorales
Leo con interés el artículo “Yo vengo del futuro” que en estas mismas páginas publica Víctor Morejón, vicepresidente de Vox en Guadalajara. Comienza bien, con pulso, recordando aquella novela de Yevgueni Zamiatin, Nosotros, obra pionera de la literatura distópica, en la que la sociedad está absolutamente sometida al control y la represión de un Estado totalitario. El argumento del artículo, sin embargo, no puede ser más simple: se avecina un régimen comunista, de hecho ya está aquí aunque ustedes no se hayan dado cuenta, y siento pena y compasión por lo que les espera a los españoles, que acabarán sometidos por la dictadura del “amado líder” Pedro Sánchez. No tiene datos, pero tiene todas las certezas. Lo cierto es que es tal la candidez de su tesis, que más que miedo, que es lo que pretende, infunde casi ternura. Él es cubano de nacimiento y conoce bien el horror de aquel sistema político, nada que no sepamos: inoperancia económica, ausencia de libertades, persecución de la disidencia, cárcel y destierro. Se le puede perdonar que traslade su experiencia vital de Cuba a España, que sus traumas le hagan ver amenazas donde no las hay, que cargue las tintas, pero no que como responsable público nos cuente cuentos.
Dos profesores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, publicaron en 2018 un libro que ha sido referencia académica por el rigor de sus análisis y la solidez de sus reflexiones, Cómo mueren las democracias. En él analizaban la involución seguida en las últimas décadas por regímenes como los de Chávez en Venezuela o Fujimori en Perú, entre otros. La democracia, cualquier democracia, es un difícil equilibrio que requiere mantener unos consensos mínimos y una aceptación permanente tanto de las reglas de juego como de los resultados electorales. Pese a ello, en España hoy en día no está en juego la democracia. No viene el comunismo, ni el lobo está cercando al rebaño. Es increíble que diga que España se está convirtiendo en una dictadura comunista alguien que pertenece a un partido de extrema derecha que el año pasado accedió a innumerables gobiernos autonómicos y locales.
Hace ya tiempo, observan Levitsky y Ziblatt, que el eje de la disputa política es cada vez menos el de izquierda contra derecha y lo es cada vez más el de cosmopolitismo frente a etnonacionalismo. Vox es el mejor ejemplo, como lo es la extrema izquierda, con quien tantas inquietudes comparten. Abascal lo demostró aquí el otro día con un discurso antiglobalización, proponiendo poco menos que el regreso a las esencias autárquicas, a una España de mantillas, toros y procesiones. No, señor Morejón, la amenaza aquí no viene del futuro, viene del pasado.