Momentos

 El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, acostumbra a salpicar sus declaraciones con la palabra momento. Es o no es, según cuadre, momento de hablar, un momento difícil, el mejor momento… O el “momento más duro” como cuando durante la pandemia, según confesó, vio salir del hospital de Toledo 80 féretros con fallecidos por coronavirus. 

Hombre leído y creciente asiduo a la docta Sigüenza, universitaria en tiempos cervantinos, seguramente sabe que los antiguos romanos medían el tiempo por momentos. De acuerdo con este sistema de medición, antes del actual ingeniado junto a otros por los caldeos, una hora constaría de 40 momentos. De modo que cada momento equivaldría a 90 segundos actuales. Un novelista histórico ha fantaseado con que esta medida, hoy poética y festiva, era usada en los lupanares de Roma en la compraventa de goces sexuales.

Algunos políticos no lo saben cuando reducen la crisis que atravesamos a un momento difícil ¡Ojalá durara ese periodo de tiempo! Tampoco los sanitarios y oficinistas al pedirnos “un momento, por favor” antes del moderno vuelva usted mañana (con cita previa, claro). Y venga a pasar minutos y medio.

El famoso momento de la verdad, intrincado en el mundo de los negocios, está claro en las corridas de toros: la estocada final. Y en el político: el recuento de las urnas en la noche del 28 de mayo. Page lo sabe y que las “malas compañías” de Sánchez, y algunas suyas, se lo complicarán.

Entre los abundantes y variados motes de antaño en nuestros pueblos a un señor le llamaban “El Minuto”. No se debía a su reducido tamaño. Cuentan que se lo ganó a pulso durante la larga guerra civil-mili en el hospital de Zaragoza, donde ejercía de ayudante de mandos militares. A cualquier orden o petición de recados, junto al pertinente cuadre y saludo añadía: “Al Minuto”. Quizá luego eran más y diversos. Como los momentos del Presidente.