Movilizaciones

04/05/2024 - 13:32 Jesús de Andrés

En 2024 los universitarios estadounidenses -algunos de ellos- se movilizan a favor de Palestina en prestigiosos centros como las universidades de Columbia, Yale, Texas, Harvard, Georgetown y otras muchas, donde se educan las élites, donde se forman los estudiantes más selectos.

En 1968, los jóvenes levantaron los adoquines de París para buscar debajo de ellos la arena de la playa. Llevaban bajo el brazo Rayuela de Cortázar o El hombre unidimensional de Marcuse. Se respiraba la primavera en el Barrio Latino, otra atmósfera en los bares de Montmartre. Prohibido prohibir. La imaginación al poder. Universitarios de buena familia, sindicalistas, artistas con pretensiones y bohemios llegados de medio mundo se dieron cita en las barricadas que, bloqueando las calles, pretendían abrir nuevos caminos. En Estados Unidos, ese mismo año, los estudiantes protestaron contra la guerra de Vietnam, una de las más sangrientas del siglo XX. Miles de universitarios se movilizaron, muriendo cuatro de ellos en el estado de Ohio como consecuencia de los disparos efectuados por la Guardia Nacional. Eran tiempos de rebeldía y hedonismo, de sexo, drogas y rock and roll. Tiempos turbulentos protagonizados por una juventud inquieta y revoltosa. Los Beatles arrasaban con su tercer disco, A Hard Day’s Night; en los Juegos Olímpicos de México fueron protagonistas los puños en alto del Black Power.

En 2024 los universitarios estadounidenses -algunos de ellos- se movilizan a favor de Palestina en prestigiosos centros como las universidades de Columbia, Yale, Texas, Harvard, Georgetown y otras muchas, donde se educan las élites, donde se forman los estudiantes más selectos. Imbuidos de filosofía woke, de radicalismo identitario, protestan por la ofensiva militar israelí en Gaza, dando por bueno el relato y las cifras de Hamas, denunciando el apoyo de su gobierno a Israel. Queman banderas y se manifiestan con pañuelos palestinos, pero también con hiyab, el velo que cubre a las mujeres musulmanas para evitar provocar tentaciones masculinas. No se manifiestan por los israelíes secuestrados, ni tienen en cuenta los hechos que han llevado a la actual realidad. Al igual que nuestro gobierno, entusiasmado con la campaña a favor de la creación de un Estado palestino, parecen no darse cuenta -o sí- de que conceder a los terroristas lo que buscan, aunque sea como consecuencia de la brutal respuesta de Netanyahu, es darles la razón: aplicar la violencia con dureza será recompensado.

La primavera parisina acabó como acaban todas las primaveras, con la llegada del verano. El fin de curso y la promesa de vacaciones desmovilizaron aquella juventud ideologizada. El general De Gaulle zanjó la discusión política convocando unas elecciones que le acabarían costando la presidencia. Menos suerte tuvieron los jóvenes checoslovacos en su particular primavera de Praga, arrollados por los tanques del Pacto de Varsovia: no se anduvieron con chiquitas. No hemos visto ni veremos a un solo palestino movilizarse en protesta por la brutalidad de Hamás, ni criticar la acción de sus gobernantes. Allí reina el miedo.