Ningufoneos
Del “anda, deja el móvil” a “puedes dejar ya el (puto) móvil” se van dando pasos hacia la ruptura. Explican los psicólogos que atender antes al aparato genera sentimientos de “desconfianza y ostracismo” entre las personas que lo sufren.
Se lo dijo de sopetón hace años una mujer de Campillo: “Andáis pegados a los móviles esos y no es enteráis de nada”. Llevaba toda la razón. Sin excusas por el trabajo, entono el mea culpa mientras noto los estragos que en la vida social y familiar está causando esta adicción tecnológica, una droga creciente sin paliativos entre adultos, mayores y menores.
Si suena una alerta o se ilumina la pantalla, antes de darse cuenta, la persona ya tiene el teléfono entre las manos, comienza a darle a la tecla y deja de escuchar a la otra. En los trabajos, en casa, en paseos, viajes, comidas, tertulias pagadas, debates de bar o parlamentarios, y todo tipo de reuniones, incluidas misas, funerales y gimnasios, las nuevas iglesias.
Advierten los terapeutas de que este desagradable hábito, bautizado provisionalmente a la espera de la RAE como “ningufoneo” o phubbing (del inglés phone, teléfono, y snubbing, despreciar), es causa de muchas de las peleas entre parejas. Distraerse mirando el móvil mientras se comparte un momento de ocio, incluso viendo la tele, es uno de los factores -observan- que está creando más problemas en las relaciones.
Del “anda, deja el móvil” a “puedes dejar ya el (puto) móvil” se van dando pasos hacia la ruptura. Explican los psicólogos que atender antes al aparato genera sentimientos de “desconfianza y ostracismo” entre las personas que lo sufren. Dicen que ya es la queja máxima, como una infidelidad mayor, que suele devolverse alimentando un círculo tóxico que puede fulminar la relación.
Aunque al final todos acabamos haciéndolo, que la pareja te ningunee a favor del móvil no tiene gracia. Ni tiene nada de atractivo o romántico en una prometedora cita. Me lo reiteró protestado mientras jugábamos un nieto que empezaba a hablar: “¡Móvil no, abu!” Dicen que los niños siempre dicen la verdad. Habrá que hacer caso.