Nostalgia de todo

01/05/2021 - 17:51 Marta Velasco

Siento nostalgia de todo, de nuestra verdadera historia, de las muertes lloradas, de los libros que leí, del cine de autor, de aquellas canciones de nuestros padres.

Hace tiempo que el mundo dejó de ser el paraíso feliz donde nos puso el Creador, al pie del árbol del Bien y del Mal, entre el Tigris y el Éufrates, con una hoja de parra en las partes nobles y con la dicha de saber que éramos los reyes del mundo. La serpiente vino casi inmediatamente para meter cizaña y, a la primera, caímos. Desde ese momento los hombres fuimos de mal en peor. Guerra entre hermanos, envidia y odio feroz. En la paz el hombre avanza, inventa, evoluciona. Pero la serpiente está entre nosotros y periódicamente repetimos guerras y motivos, sin beneficio alguno, podíamos haber aprendido, pero no lo hicimos.

Sin embargo, y a pesar de que el planeta se está deteriorando sin pausas por la basura que generamos, en este continente europeo, confortable, democrático y con largas temporadas de paz, gozamos de un buen nivel de vida. No siempre y no para todos, pero en general somos muy afortunados y nuestra existencia, ahora lo sabemos, era muy agradable y casi previsible hasta que llegó el Covid.

Hoy no solo es la enfermedad la que nos atemoriza, en España también sufrimos por la inestabilidad política y social. La historia que hemos vivido y estudiado está en entredicho, como nuestras tradiciones, y hasta la hermosa lengua que hablamos es manipulada, tuneada y acondicionada para un cambio que no deseamos. Añoro el tiempo de construir, cuando se hizo la Transición y se buscaban palabras exactas para nuestra Constitución, se consultaba a los expertos, académicos de la lengua, personas con carrera bien acreditada, cuando un doctor era eso, un doctor. Siento nostalgia de aquel orgullo por lo verdadero. Ahora nos engañan con palabras que han perdido su valor y una mentira ya no es decir lo contrario de lo que se piensa, sino una posverdad, una distorsión de la realidad para influir en la opinión pública.

Este es el momento en que la palabra Dios es impronunciable, como Patria y Verdad.  Se abusa de palabras tan sagradas como Paternidad, Maternidad, Amor. Hombre no es el ser humano, es un término sospechoso de machismo. Igualdad es el nombre de un ministerio superfluo, Fraternidad significa botellón, Grandeza se confunde con ostentación y Honor es una antigüedad. La Unidad está cuestionada por si se enfadan los separatistas y Pobreza y Solidaridad son armas arrojadizas para el debate político… Incluso la definitiva palabra Muerte, tan importante como Vida, con todo lo que implica, resulta demasiado cruda, inconveniente para la corrección política imperante y tratan de minimizarla y ocultarla.

Siento nostalgia de todo, de nuestra verdadera historia, de las muertes lloradas, de los libros que leí, del cine de autor, de aquellas canciones de nuestros padres. Del tiempo pasado en museos y en conciertos. De cuando viajar era irse a Venecia, a París o a la India; veranear era ir a Cádiz o a la alameda de Sigüenza y reunión era una merienda de amigos con tortilla de patatas, jamón y vino.