Otoño castrado
Nada. Ni en Peñalén, Orea, Peralejos de las Truchas o Poveda de la Sierra (paraíso micológico del Alto Tajo) o en otras sesmas del Señorío hay manera de coger siquiera una almuesta. “Ni están ni se las espera”.
Parafraseando una truculenta y exitosa serie de la pasada década, protagonizada por Amaia Salamanca y Miguel Ángel Silvestre, los puristas sostienen que sin setas no hay otoño. Seguramente llevan razón ante estas lluvias rácanas que, sequía tras sequía, mantienen a los hongos escondidos.
Nada. Ni en Peñalén, Orea, Peralejos de las Truchas o Poveda de la Sierra (paraíso micológico del Alto Tajo) o en otras sesmas del Señorío hay manera de coger siquiera una almuesta. “Ni están ni se las espera”, tira de frase histórica un vecino de Aragoncillo, realista ante las temperaturas cerca de cero anunciadas para fin de mes en móviles y teles.
En Cataluña, fanáticos donde los haya de todo tipo de hongos y setas, constatan el peor inicio de temporada de los últimos seis años. También en las Castillas y Aragón. Se están importando de Francia y países del este, especialmente de Bulgaria. Con todo, esta semana no era posible adquirir en Madrid buenas setas de cardo por menos de 50 euros el kilo y de 40 los boletus.
Además del daño económico a recolectores, distribuidores, mercados, restauradores y semanas micológicas, la ausencia de este manjar aborta la pasión compartida de salir a buscarlas. Una afición que no conoce edades ni nivel cultural, surgida en la niñez del amor por la Naturaleza aunque en algunos casos sin el debido respeto ecológico al entorno.
No es menor, aunque no se pueda cuantificar, la frustración que supone en nuestros pueblos para los cada vez menos y más mayores habitantes, teletrabajadores y domingueros. Era una manera de andar y mantenerse en forma, además de obsequiar a familiares y amigos.
Algunos vegetalistas sostienen que las plantas también sienten y que recolectar rosas o setas supone amputar sus órganos reproductores. Una especie de castración. Los hay raros. Me sumo a los que notan con su ausencia el otoño capado.