Otoños de lujo

13/11/2021 - 17:37 Antonio Yagüe

Entrar en detalles pone los dientes largos, como suele hacer con sus fotos desde allí mi amigo Andreas Wueger, un enamorado también de Labros. 

Dice una oriunda norteña que cada otoño se vuelve a enamorar de nuestra tierra, y que desde que vive aquí le duele menos la desaparición del verano, su tiempo vital. Soslayando  pesados tópicos del frío y la despoblación, echa mano de su faceta de poeta y pintora para destacar la subyugante combinación de dorados y ocres con el azul celeste, y un sol amable que matiza los duros relieves de riscos y piedras antiguas.

No olvida las coloridas alamedas y riberas, ni los pueblos minúsculos que, a la vuelta de cualquier cerro, rodean iglesias grandes con extraordinarios retablos. Ni los sabinares y castillos como los de Molina, Zafra, Villel de Mesa o Establés, que parecen salidos de un relato de gestas y caballerías del siglo XIII. Tampoco, un vaso de buen vino del vecino Aragón, unas migas y algún guisado con mucho amor. “Esto es el lujo de verdad”, remacha.

Junto al dinero, Suiza se asocia al verde de sus prados, la amplitud de sus bosques (un tercio del territorio) y el blanco de sus cumbres. Pero ninguna estación muestra  un espectáculo tan impresionante como el otoño, cuando las hojas se visten de tonos amarillos, anaranjados, rojizos.

Su oficina de turismo ofrece un mapa de colores que permite ver la evolución de los ocres y dónde disfrutarlos mejor. Se trata de un plano interactivo, que muestra el grado de color actual de las hojas de los árboles –principalmente arces, abedules, y hayas y alerces– en todo el país, y la previsión hasta finales de noviembre.

Entrar en detalles pone los dientes largos, como suele hacer con sus fotos desde allí mi amigo Andreas Wueger, un enamorado también de Labros. Se puede visitar el viñedo más alto de Europa (Viesperterminen, 1.378 m), Castasegna, donde se encuentran los bosques de castaños más grandes, y Soglio, destino ideal para senderistas y refugio de artistas, como Giacometti. O disfrutar de trenes panorámicos como el Galcier Express atravesando 91 túneles y cruzando 291 puentes alpinos.

  Otoños de lujo lejos de la mezquindad, las turbulencias del patio político y el mercado persa del Congreso de los Diputados.