Palabros idiotas
En vísperas del Día Internacional de la Palabra (23 de noviembre), la RAE y otras instituciones europeas tendrán muy difícil elegir la palabra del año. Sugiero una candidata con muchas papeletas dado su uso y abuso .
En vísperas del Día Internacional de la Palabra (23 de noviembre), la RAE y otras instituciones europeas tendrán muy difícil elegir la palabra del año. Sugiero una candidata con muchas papeletas dado su uso y abuso en ámbitos cultos e ignorantes, súperes, plazas, campus o pueblos medio vaciados: “intenso”. Como ocurrió con el “patético” hace unos años que saturaba conversaciones y wasaps.
Las madres se quejan de que sus propios niños son muy intensos, los médicos de sus pacientes, los funcionarios de los administrados, algunos docentes de los alumnos, los políticos de los adversarios de otro bando o del propio, incluso los enamorados (con relación sexual abierta o no) de sus partenaires.
Parece que se trata de una perezosa traducción literal del inglés, intense. En ambientes pijos queda más molón en anglo. Como las crecientes expresiones extranjeras o barbarismos, que invaden cócteles, comidas y
reuniones de negocios, familiares y amigos.
Son modas bien sostenidas por un idioma tan consolidado, rico y vivo como el español, incluso en Cataluña. También se percibe en la calle donde, quizá por influencia latinoamericana, el verbo oír está siendo canibalizado por escuchar y las formas pronominales “de tí”, “de él”…) se sustituyen por posesivos casi kamasutrescos: encima mío, debajo o por detrás tuyo…
El Día Internacional fue creado para destacar la gran importancia del lenguaje y las palabras, que vienen rodando desde siglos en sueños, debates y chácharas… Y para fomentar el diálogo y el entendimiento entre países y humanos. Pero estamos llenando el idioma de palabros modernos de la nueva corrección política y de circunloquios pedantes con jergas estúpidas, cacareadas en los medios por perfectos idiotas.
No recuerdo si lo he leído u oído/escuchado a alguien en una pesadilla en un bar mientras flipaba el camarero: “Quiero poner en valor que mis líneas rojas de ingesta de cañas están en un máximo de dos unidades, porque pretendo conducir vehículos después de ingerirlas”. Todo llegará.