Palestinos

28/10/2023 - 11:29 Jesús de Andrés

Israel ocupa territorios que no le corresponden, es cierto, pero también lo es que los ganó en conflictos bélicos que iniciaron sus vecinos.

Asombra y a la vez acongoja comprobar la reacción que la intervención israelí en la franja de Gaza ha causado en buena parte de la izquierda y de los medios de comunicación. Varadas en sus estereotipos maniqueístas, fieles al principio de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos, no pocas personas a las que se podría suponer un mínimo de racionalidad se han puesto el pañuelo palestino en los ojos negándose a ver. Israel es el fascismo, concluyen, y ante ello, ante la carga ideológica de esta afirmación, no hay matices ni verdad que valga. Vaya por delante que Israel no tiene barra libre tras los cientos de atentados cometidos por Hamás hace unas semanas. Es inexcusable el respeto a los derechos humanos y a los Convenios de Ginebra que regulan el derecho internacional humanitario. Pero también les asiste el derecho a defenderse, a combatir a quien les ha agredido y a evitar futuras acciones similares. Es increíble que algunos supuestamente reputados periodistas den por buenas las cifras redondas de víctimas que cada día elabora Hamás. 7.000 muertos, de ellos 3.000 niños, dicen hoy sin citar la fuente, sin prueba alguna, en un desvergonzado ejercicio de propaganda que saben será comprado sin reparos por sus seguidores. Por no hablar del hospital derribado que acabó siendo un cohete caído en un aparcamiento aledaño.

Israel ocupa territorios que no le corresponden, es cierto, pero también lo es que los ganó en conflictos bélicos que iniciaron sus vecinos. Israel ha cortado el agua, la luz y el transito a la zona, es cierto, pero también lo es que es señal de que suministraba todo ello, al contrario de lo que hacen otros países limítrofes como Egipto. Israel bombardea, es cierto, pero lo hace siguiendo lo establecido por la propia convención de Ginebra. Y hay algo más: Israel no miente. Responde a la violencia terrorista con más violencia, lo cual es, sin duda, un error a largo plazo, pero no se esconde. Y no utiliza a su población como parapeto, no secuestra niños, protege a los suyos y, en la medida de lo posible, también a la población palestina. No deja de ser una democracia enfrentada a un grupo terrorista.

Hace unos días, Nicolás Maduro, el dirigente venezolano, haciendo gala una vez más de su ignorancia, afirmó que Jesucristo fue “un joven palestino crucificado y condenado por el imperio español y por las oligarquías que dominaban la zona”. En tiempos de Jesús, ni aquella tierra se llamaba aún Palestina ni habían llegado los palestinos, que son árabes migrados siglos después. De atender a algunos, acabaremos todos como Maduro, rebozados en la mentira, pero orgullosos de nuestros principios.