Parque natural discriminatorio

La pandemia, en la que se nos impuso una especie de arresto domiciliario declarado inconstitucional a toro pasado, vino acompañada de una lluvia de citas previas online, controles de personas y vehículos, y tasas.

Muchos de ellos se han quedado y aumentado  en el Parque Natural Alto Tajo, un espacio maravilloso, con un entorno increíble, pero ubicado en una zona despoblada, envejecida y empobrecida dentro del Señorío de Molina de Aragón.

Durante julio y agosto los amantes de paseos y baños por estos parajes de película deben proveerse y abonar la reserva previa, con todos sus datos personales bien cumplimentados, si quieren acercarse y aparcar en la media docena estacionamientos, controlados por agentes medioambientales.

Los gestores argumentan que el control de accesos persigue que en caso de incendio el parque no se convierta en una ratonera. Pero hay excepciones: los residentes y oriundos de los municipios de Poveda, Peñalén, Zaorejas y Taravilla disponen de tarjetas gratuitas de acceso. Una por casa.

El resto de pueblos lo condideran una discriminación intolerable. Una especie de coto inédito en terreno público. “Parece que  nos quieren dividir, acabar con la buena armonía de siempre entre pueblos y durante el resto del año”, denuncia un molinés sancionado con 500 euros por un “aparcamiento indebido”. 

La comarca espera el 5 de septiembre, con motivo de la inauguración del Parador de dudoso gusto arquitectónico, la visita obligada de Felipe VI como hicieron sus antecesores, ya que  ostenta el título de “Señor de Molina”. Pero puede que se la “pise”, si le cuadra,  el titular de La Moncloa.

Ambos serían bienvenidos, ya sin restricciones estivales, a una ruta por el Parque. Guiados por el anfitrión García-Page podrían contemplar un espectacular paisaje adornado por nenúfares en el río Gallo, buitres y águilas en Peralejos de las Truchas o el vencejo real de la legendaria laguna de Taravilla.