Pastores

19/06/2021 - 15:30 Antonio Yagüe

Los pastores de verdad lo consideran “un parche más” “¿De qué sirve que los chavales universitarios vengan a trabajar si en el momento que tengan que volar solos no van a poder?”, se pregunta un superviviente molinés de este trabajo.

Trabajo y Transición Ecológica han anunciado planes millonarios para combatir el paro y la despoblación mediante un “Erasmus rural” y formación en pastoreo. Las carcajadas y críticas han llegado a sus alfombrados despachos desde plácidos campos y montes donde, según datos oficiales, unos 90.000 pastores cuidan de 16 millones de ovejas y seis millones de cabras.

Los pastores de verdad lo consideran “un parche más” “¿De qué sirve que los chavales universitarios vengan a trabajar si en el momento que tengan que volar solos no van a poder?”, se pregunta un superviviente molinés de este trabajo, que permite mantener vivos el paisaje y el mundo rural. Ya no es rentable, explican, mientras se mantengan los mismos impuestos que en las capitales, la luz más cara, los servicios más escasos y una burocracia que, por ejemplo, lleva días y noches registrarse y hacer trámites administrativos de manera telemática.

Los nuevos ya no responden al manido cliché de la boina y el garrote. No visten capas ni portan mantas ni zurrones. La mayoría tampoco miran al cielo y aciertan con la lluvia, ni distinguen a todas sus ovejas, ni lanzan piedras a sobaquillo y aciertan con el objetivo a treinta metros. Pasean con el ganado echándole un ojo al ‘wasap”, consultan la política agraria, están enganchados a series televisivas en la furgoneta y a ‘podcats’ sobre la zona…

Este oficio, que muchos adoran y tratan de preservar, llegará pronto a las pantallas con el documental “La senda del pastor”, de Silvia Pradas, que ahonda en la vida de cuatro hombres y dos mujeres en Huesca, Teruel, Zaragoza, Soria y Guadalajara. Los seis, seguidos por las cámaras durante un año, comparten una vocación con pasión verdadera por los animales y el medio rural, y una filosofía de vida difícil de encajar en la sociedad actual.

Aseguran los expertos que es una de las ocupaciones que más población asienta y da vida a los pueblos. Pero la falta de relevo generacional puede condenarla a la desaparición. Las reses exigen mucha dedicación, las tecnologías no pueden modernizarlo todo, y la soledad, como el tabaco, mata.