Pastores en desbandada
Con sus manías como todos, curtidos por las inclemencias del tiempo y sacrificados los 365 días del año (antes, salvo en la fiesta del pueblo), siempre han sido mayormente hombres, de conversación larga y dispuestos a echar una mano.
No somos gestores, somos pastores”, rezaba una pancarta de dos jóvenes en la última concentración a las puertas del Ministerio de Agricultura. Las portadoras, de Jaraba y Alhama de Aragón, reproducían una hermosa foto con centenares de reses y pedían “apoyo a la ganadería extensiva”.
El oficio anda tan de capa caída que en el último año han desaparecido en la comarca cinco pastores y más de 5.000 ovejas. El último Enrique Teruel, de Checa, uno de los pueblos más ganaderos de la provincia y la región, donde hace solo tres décadas se contaban 40.000 cabezas.
Con sus manías como todos, curtidos por las inclemencias del tiempo y sacrificados los 365 días del año (antes, salvo en la fiesta del pueblo), siempre han sido mayormente hombres, de conversación larga y dispuestos a echar una mano. Con su manta al hombro, perros y un burro para carga/transporte, sobre todo en Aragón, suelen llevar en el hatajo unas pocas cabras para suplir las carencias de leche en corderos y proporcionar algún cabritillo.
Salvando las distancias, el otro día leí que en el mundo hay 112.000 modelos de ambos sexos. Muchos más que pastores en España, pensé. Dicen las estadísticas que ya solo quedan en torno a 90.000. Considerando que la población española anda en 48 millones, eso quiere decir que solo un 0,1875% es pastor. Explica por qué no nos cruzamos nunca con uno, incluso yendo al campo de cacería o excursión.
Ya no dibujan los paisajes y los niños se las ven y desean por ver rebaños. Atrás queda una cultura y una riqueza ancestral y colectiva de pastores, perros, lobos, rediles, cordeles, cencerros, cañadas, apriscos, corrales de barda, camas, piensos, variedades de lana y técnicas de lavado, esquileo, majadas, razas y sus cruces…
Algún día habrá que rendirles un merecido homenaje.