Perros de caza
Conozco a algunos cazadores y todos ellos aman a sus perros, los tratan como a alguien más de la familia.
Un autobús con la imagen de un galgo ahorcado junto a la de Pedro Sánchez recorre Madrid desde hace unos días. A él han subido o ha sido apoyado por algunos famosos, como Susanna Griso o Arturo Pérez Reverte. El motivo no es otro que llamar la atención sobre la enmienda que el Grupo Parlamentario Socialista, el PSOE, ha presentado a su propio proyecto de Ley de Protección Animal para dar a los perros de caza un trato diferente al de los perros mascota. Dicha enmienda fue anunciada por Patxi López -qué papelón el suyo- hace unos días. Amenazados por algunas sociedades de cazadores y por las encuestas, temblorosos ante un horizonte de caída electoral, algún lumbrera del partido ha considerado que detalles como este darán la vuelta a su incierto futuro demoscópico.
Conozco a algunos cazadores y todos ellos aman a sus perros, los tratan como a alguien más de la familia. Más allá de que nos guste la actividad en sí, hay que reconocer que la unión que se crea entre un cazador y su perro es muy fuerte y profunda. El proyecto de ley, antes de la enmienda, dice que todos los perros, como seres sintientes que son, deben ser mantenidos en unas condiciones de vida dignas, que deben evitar ser un peligro para terceros, que se les deben prestar servicios sanitarios cuando los requieran, que deben estar localizados e identificados, así como comunicar su cambio de titularidad o muerte, que no deben ser abandonados o que, en algunos casos, requerirán un seguro de responsabilidad civil. Nada de esto afecta a quien quiere y cuida a su animal, salga o no a cazar con él. ¿Dónde está el problema entonces? En los cuatro brutos que ejercen violencia sistemática sobre sus animales, en los que ahorcan a sus galgos o matan de un tiro a sus perros, en aquellos que los tienen hacinados en inmundas perreras y consideran no deben estar limitados por unas mínimas normas de convivencia. Respaldados por algunas asociaciones de cazadores, que han hecho de esto una cuestión existencial, ideologizando lo que es un principio cívico elemental, el ruido creado ha asustado a ese PSOE rural que confunde sus miedos con su obligación moral de imponer modelos avanzados de convivencia.
Temerosos de nuestra particular Asociación del Rifle, creen algunos socialistas, con Page a la cabeza, que eso les dará los votos necesarios para evitar su caída. Parecen no querer saber que ese voto no es suyo, sino de la extrema derecha. No deberían buscarlo. No todo vale. Si sale adelante la enmienda de la vergüenza, luego pedirán a los albergues y refugios de animales que gestionen el horror causado, mas solo ellos serán responsables.