
Pólvora mojada
Andrés Berlanga, siempre discreto, humilde, en constante desapego de la presencia pública, dio a la imprenta dos novelas (Pólvora mojada y La Gaznápira) y cuatro libros de cuentos (Barrunto, Del más acá, Recuentos y Sucesos).
Cuantitativamente no es una gran obra, pero sí lo es por su calidad, por la contundencia de sus relatos y, sobre todo, por esa gran novela que es La Gaznápira, que desde su publicación en 1984 mantiene el largo recorrido de los clásicos. Fue novela seminal en el tema de la despoblación y lo que luego se ha dado en llamar la España vacía, mucho antes de que Julio Llamazares y otros autores lo abordaran. Berlanga imaginó un pueblo al que llamó Monchel, reflejo de su Labros natal, allá en el Señorío de Molina. Su personaje principal, Sara Agudo, a quien dio su segundo apellido, personaje a la altura de los grandes protagonistas de la literatura universal, ante el declive del mundo rural al que pertenece, quiere escapar a la vez que sabe que siempre permanecerá en él, haciendo de su experiencia particular una vivencia compartida por gentes de todo tiempo y lugar.
Estas navidades se ha vuelto a publicar la primera novela de Andrés Berlanga, Pólvora mojada (1972), cuya primera edición formó parte de la prestigiosa colección Áncora y Delfín de la editorial Destino, junto a obras de Ramón J. Sender o Ana María Matute, entre otros. Publicada cuando su autor acababa de entrar en la treintena, la novela relata la vida en la universidad española en los estertores del franquismo, las situaciones a las que los estudiantes de aquella época tuvieron que enfrentarse. Lógicamente, esta nueva edición lo es íntegra, sin los cortes y correcciones a los que obligó la censura. En esta ocasión ha sido editada por Drácena y está prologada por su ahijada, Soledad Alcaide. Además de dar fuerza de nuevo a un autor que en vida no puso demasiado empeño en su promoción (y sí, sin embargo, en la carrera literaria de su mujer, Enriqueta Antolín), la nueva edición permitirá a muchos, a quienes no lo conocieran, descubrir a Andrés Berlanga y llegar a su Gaznápira.
Se cumple este mes de febrero el séptimo aniversario del fallecimiento de Berlanga, de nuestro paisano ilustre. En una ocasión me dijo que siempre había vivido la contradicción de publicar (poco, pero todo lo que había escrito) y a la vez no querer asomarse al ruedo público. Es nuestra obligación mantener su memoria, llevar sus libros a esa esfera en la que no se sentía cómodo, evitar su olvido. Ojalá esta reedición sea el preludio de otras muchas.