Porque esto es España, tonto
Si un extraterrestre o un extranjero sin contaminar observara el panorama, creo que solo se preguntaría asombrado por que PSOE y PP no se ponen de acuerdo en unos cuantos puntos básicos.
Desde que Poncio Pilatos preguntó a Jesús -imagino que de una forma retórica ya que ni siquiera esperó la respuesta- “¿Qué es la verdad?”, la cuestión sigue ahí porque es lo mismo que se preguntó y se sigue preguntando la filosofía desde hace siglos sin que se termine de encontrar una respuesta definitiva.
Pero bajando algunos peldaños llegamos a la actualidad, a lo que sucede cada día sobre infinidad de temas, unos más trascendentes que otros, en los que presuntas autoridades en diversas materias tienen opiniones radicalmente contrarias sin que la mayoría de nosotros, incapaces de tener sus conocimientos, podamos evitar sentimos confusos y cada vez más descreídos de todos.
Y da igual cuestionarse cómo salir de una crisis económica, tener una mínima certeza sobre algo tan delicado como el derecho al aborto o, últimamente, tratar de entender los 33 tipos de orientación sexual reconocidos a día de hoy. Para todo hay respuestas apasionadas a favor y en contra por parte de ilustres eminencias, de forma que la escéptica pregunta de Pilatos sigue tan vigente hoy como hace siglos.
No sé si alguna vez llegaremos a saber la verdad, las verdades y, lo que es peor, no sé si cuando se llega a una verdad aceptada por todos, el que disiente o cuestiona a la mayoría no es tomado por un loco o un hereje. Hay cientos de ejemplos.
Pero no era esta mi intención hoy. Las grandes preguntas que se ha hecho el hombre han ido teniendo respuestas distintas y aún quedan muchas dudas por resolver. Lo que me ha llevado a preguntarme por la verdad ha sido algo mucho más vulgar y cercano. Ha ocurrido en todas las campañas electorales y ha culminado -por ahora- en el intento de investidura del señor Feijóoo.
Todos y cada uno de los datos -con cifras exactas- que han sacado a la luz los sucesivos ocupantes de la tribuna, eran desmentidos sin el menor rubor por los portavoces contrarios. No lo entiendo. ¿es que Feijóo miente descaradamente inventándose cifras o miente Patxi López cuando dice que Feijóo miente? ¿Quién lleva las cuentas? ¿Quién las utiliza retorciéndolas? ¿Hasta qué punto hay una perversión en el lenguaje? Porque esa es otra.
Cuando el líder del PP dijo que era el representante del patrido con mayor número de votos, la portavoz creo que de Sumar aseguró que mentía porque pone en boca de Feijóo algo que no dijo: que tenía la mayoría. Y no es lo mismo, claro.
Y no se trata de defender a nadie sino simplemente de pedir a todos que no nos confundan, que no nos engañen, que aquí no se trata de ver la botella medio vacía o medio llena sino de reconocer que la botella está por la mitad; así de fácil. Pero esta es una misión imposible en este bendito país donde las ideologías han tocado fondo, sólo es el líder del partido quien decide y el resto le sigue incluso hasta descalificar y purgar a los disidentes del pensamiento único.
El PP y su relación con Vox ha sido lamentable, contradictoria, oportunista. Unidas Podemos exige poder a Sumar. Sumar tiene a su lideresa en el banco azul siendo a la vez ministra y aspirante a derrotar al que preside su gobierno. Los independentistas catalanes se llevan a matar y el PNV teme que Bildu le robe las carteras. ¿Qué se puede hacer en un país así? ¿Cómo salir lo mejor posible de este caos? (Solo Sumar lo conforman 29 partidos)
Sin un extraterrestre -e incluso un extranjero sin contaminar- observara el panorama, creo que solo se preguntaría asombrado por qué PSOE y PP no se ponen de acuerdo en unos cuantos puntos básicos, reflexionan sobre la necesaria reforma de la Constitución y establecen un dialogo con las otras fuerzas políticas admitiendo todo aquello que sirva para mejorar. La única respuesta que se me ocurre a esta pregunta es la típica: porque esto es España, tonto.