
Risk
Si tienen una determinada edad, recordarán aquel juego de mesa llamado Risk (riesgo) en el que, sobre un mapamundi dividido en continentes, los jugadores debían conquistar territorios con un ejército de fichas, desplazando sus tropas estratégicamente, luchando batalla a batalla.
Se asaltaba al territorio vecino y, si los dados eran favorables, se apropiaba uno de ellos. Se cambiaba de aliados, de táctica y estrategia, todo dirigido a un objetivo final que el resto de jugadores no conocía, y que podía consistir en ocupar totalmente uno, dos o tres continentes.
De un tiempo a esta parte, todos nos hemos convertido en jugadores de un Risk a escala real, todos opinamos sobre estrategias, alianzas e intereses de unos y otros países. Que si China está a la espera, jugando sus cartas, dejando que los Estados Unidos se suiciden por sí mismos; que si Trump es un mago de la estrategia cuya habilidad comercial está dirigida, aunque los demás no lo veamos, al resultado final, que conseguirá desarmar al resto del mundo para beneficio propio, o si, por el contrario, es un agente ruso empeñado en hacer a Rusia grande otra vez; que si la Unión Europea debe dar por cerrado un periodo histórico que le ha permitido crecer sin preocuparse por la defensa; que si Rusia quiere recomponer el imperio que fue, zarista o soviético, poco importa, imponiendo su dominio sobre Europa; o que, en definitiva, el planeta va a quedar controlado por los Estados con mayor fortaleza militar, cualquiera de los citados. En estas semanas, todos hemos opinado sobre Trump, Putin, la Unión Europea, China… Todos calculamos y pronosticamos escenarios futuros, todos somos estrategas, porque no estamos programados para la incertidumbre, porque necesitamos certezas, en particular sobre el futuro.
El Risk era un juego largo, ideal para aquellas tardes infinitas de la infancia, que podía ocupar más de un día. Donald Trump tomó posesión el 20 de enero de este año, no llega a ocho semanas, y da la sensación, por la acumulación de noticias, a cuál más estremecedora, a cuál más absurda, de llevar meses, incluso años, gobernando. ¿Por cuántos escenarios vamos a pasar en los cuatro próximos años, cuántas veces veremos que la veleta gira en uno u otro sentido, cuántos temibles acontecimientos nos quedan por vivir? Ya veremos. La historia no está escrita. Los jugadores son los que son y los acontecimientos irán llegando sucesivamente. Lo que sí está claro es que la primera escaramuza, la invasión de Ucrania, que sin duda condicionará las demás, pasa por la derrota de Putin. Cualquier otro desenlace dará paso a tiempos mucho más oscuros. Que los dados, la fortuna, nos sean favorables.