Rutas por Albacete, Cuenca y Guadalajara: El corazón de al-Ándalus en Castilla-La Mancha

12/12/2025 - 02:00 Redacción

Castilla-La Mancha ofrece un viaje por su legado andalusí en diez itinerarios culturales que cruzan las cinco provincias de la región bajo el título común “Caminos de al-Ándalus en Castilla-La Mancha”. Se trata de recorridos que suman cientos de kilómetros entre medinas, castillos, alcazabas, mezquitas, salinas históricas, paisajes agrarios y productos ligados a esa herencia, con rutas urbanas de pocos kilómetros y trazados comarcales que en algunos casos pueden llegar a superar los 400 kilómetros. Esta es una muestra de lo que te puedes encontrar. 


Fortificaciones y paisajes agrícolas de Albacete

Los itinerarios sitúan el foco en la provincia de Albacete. La ruta “Aljamas y fortalezas santiaguistas en la sierra de Alcaraz” enlaza el conjunto urbano de Alcaraz con torres y castillos como Gorgojí, Haches, la Yedra, Yeste, Socovos y Taibilla, además de la Fortaleza de Isso y localidades como Letur u Ontur. El recorrido permite seguir la implantación de la orden de Santiago en un territorio de relieve accidentado, donde los pasos naturales se controlan desde alturas fortificadas.

La ruta “Šintiyyala, un distrito agrícola en la cora de Tudmir”, se adentra en la vertiente oriental de la región, en contacto con el ámbito histórico de la cora de Tudmir. El trazado incluye Chinchilla de Montearagón, Alcalá del Júcar, la alquería de La Graja (Higueruela), el castillo de Montealegre del Castillo, Caudete y el observatorio de Villatoya, combinando ejemplos de hábitats rurales, fortificaciones de frontera y paisajes de secano que ilustran los modos de explotación agraria de la época andalusí.

Cuenca: La Estructura de la Cora de Santaver

La ruta “Kunka y la cora de Santaver”, recorre la provincia de Cuenca y parte de la antigua demarcación administrativa de Santaver, cuyo centro fue Šantabariya, próxima a la actual Cañaveruelas. El itinerario enlaza castillos como Alarcón y Belmonte, humedales como la Laguna del Hito, enclaves monásticos y fortificados como Uclés y Huete, la propia ciudad de Cuenca, Cañete, zonas de la Serranía de Cuenca y otras estructuras vinculadas a la dinastía amazige de los Banu Di-l-Nun, que acabaría controlando la taifa de Toledo.

Esta ruta ejemplifica la forma en que las coras agrupaban territorios en torno a una medina principal, desde donde se ejercía el poder político, fiscal y militar sobre aldeas, distritos agrícolas y fortalezas. La posterior transformación de estas unidades en reinos de taifas se lee sobre el terreno a través de las sucesivas fases constructivas de sus castillos y recintos amurallados.

Guadalajara: El Henares, La Alcarria y las Salinas Históricas

Las rutas completan el mapa andalusí en la provincia de Guadalajara. La “Wad al-hayarah, desde el valle del Henares hacia la Alcarria” organiza un recorrido de 240 kilómetros que parte de la capital, con paradas en el Alcázar, el puente califal, el Palacio del Infantado, restos de la muralla andalusí junto a la puerta de Bejanque, el torreón de Alvar Fáñez, el ábside de San Gil y la concatedral de Santa María.

A partir de ahí, el trazado se abre hacia el sur y el este, conectando puntos de gran interés cultural de esta provincia, como Zorita de los Canes, Cifuentes, los castillos de Jadraque y Cogolludo y los campos de lavanda de la comarca, un referente turístico que se encuentra en imparable augue desde hace unos años.

El itinerario “Paisajes de la sal entre Atienza y Molina de Aragón”, discurre a lo largo de 210 kilómetros por el norte de Guadalajara. El eje lo marcan Atienza y Molina de Aragón, en torno a los cuales se distribuyen enclaves como el castillo de Riba de Santiuste, las salinas de Imón, la atalaya de La Quebrada, Sigüenza, el torreón de Bujarrabal, la torre de la Cigüeña en Anguita, la atalaya de Luzón, el poblado y atalaya de Los Casares y el castillo de Villel de Mesa.

Gracias a este recorrido podemos formar parte de un itinerario que enlaza la explotación histórica de la sal, y las emblemáticas salinas de la provincia, con el sistema de atalayas y fortalezas levantadas en el noreste de la antigua Marca Media de al-Ándalus.

Un legado con lectura contemporánea y recursos digitales

Los promotores del proyecto resumen la propuesta con una frase que subraya su alcance geográfico y patrimonial: “De norte a sur y de este a oeste Castilla-La Mancha nos descubre medinas, castillos, alcazabas, murallas, palacios, mezquitas, baños públicos, fuentes y aljibes”. Sobre ese inventario de bienes materiales se superpone otra capa de lectura: paisajes agrícolas, salinas, humedales, pinares y productos que, como la lavanda, la miel, determinadas hortalizas o dulces tradicionales, remiten a formas de vida heredadas del periodo andalusí.

Toda la información práctica -mapas interactivos, localización exacta de cada punto, distancias entre etapas y materiales descargables- puede consultarse en el portal viajesporcastillalamancha.es, dentro del apartado “Caminos de al-Ándalus en Castilla-La Mancha”, así como en la web del proyecto Experiencia Andalusí, donde se detallan las rutas y se ofrece material complementario para su interpretación histórica.


Los imprescindibles del Viaje Andalusí

La ruta andalusí en Castilla-La Mancha se articula en diez itinerarios. Aunque todo en la ruta es interesante, existen algunos enclaves que el viajero no debería pasar por alto. En Toledo, la ruta de la medina de Tulaytula tiene su corazón en el casco histórico, donde la mezquita de Bāb al-Mardūm, la sinagoga de Samuel ha-Leví y los Baños de Tenerías permiten leer en muy poco espacio la superposición de mezquitas, sinagogas, iglesias y hammām que había en una capital de la Marca Media.

Hacia el oeste, el itinerario del valle del Tajo toma como referencia la Ciudad de Vascos, una medina fortificada excavada a orillas del río, y la combina con castillos como el de Oreja, que vigilaba el curso del Tajo. El recorrido por los Montes de Toledo se apoya en los monasterios de Santa María de Melque y San Pedro de la Mata, ligados al monacato dimmí y rodeados de torres y castillos que cuentan cómo un territorio de retiro espiritual se convirtió también en espacio defensivo.

Más al sur, en el Campo de Montiel y el Campo de Calatrava, destacan el castillo de la Estrella, en Montiel, como ejemplo de fortaleza cristiana asentada sobre un paisaje organizado ya en época islámica, y el eje Calatrava la Vieja–Alarcos, que resume la evolución de una antigua medina, Qalā’t Rabāh, y de un cerro fortificado en zona de frontera.

En la provincia de Albacete, la sierra de Alcaraz y los Campos de Hellín encuentran en Letur uno de sus puntos clave: el caserío escalonado y las acequias visibles mantienen el rastro de los sistemas de regadío andalusíes, mientras que fortalezas como Yeste muestran cómo la Orden de Santiago reutilizó antiguos husūn. La ruta dedicada a Šintiŷŷāla sitúa el foco en Chinchilla de Montearagón, identificada como distrito agrícola de la cora de Tudmir, y lo proyecta hacia Alcalá del Júcar y sus castillos encaramados sobre el cañón del río, donde se combinan defensas de altura y terrazas de cultivo.

En Cuenca, el itinerario de la cora de Santaver tiene en el castillo de Belmonte uno de sus hitos más singulares, por las techumbres decoradas inspiradas en el arte andalusí que se conservan en su interior. En Guadalajara, los imprescindibles se reparten entre la antigua medina de Wād al-haŷarah -con el alcázar, el puente califal y los tramos de muralla- y la Alcarria, donde destaca Zorita de los Canes. El último tramo, entre Atienza y Molina de Aragón, resume la ruta de la sal. Las salinas históricas de Imón son la parada clave para entender cómo se explotaba el “oro blanco” con complejos sistemas hidráulicos.