Sargento 1º Vicente Salio: “Mis manos, ojos y pies son mis guardias, merecedores de parte de mi reconocimiento”

14/11/2022 - 18:17 PACO CAMPOS

Vicente Salio, de 61 años, es sargento primero de la Guardia Civil.  En 2017 recibió del Gobierno la Cruz del Mérito Civil. En Torija, con motivio del Día de la Provincia, Diputación le distinguió por su “destacable trayectoria en beneficio de la sociedad y del nombre de Guadalajara”.

En la actualidad está al frente de la Plana Mayor de la Policía Judicial de la Comandancia de Guadalajara. Procede del Puesto Principal de Azuqueca de Henares, donde estuvo durante 22 años. Su carácter, forjado por su vocación, y reforzado en la Academia de Baeza, es fiel reflejo de las exigencias de la Cartilla del Guardia Civil, que rige, desde 1845, las líneas maestras de cómo debe ser un miembro de la Benemérita: estar siempre al servicio del ciudadano, ser cordial, pero firme cuando sea necesario, ser altruista, tener una imagen impecable y ser buen compañero, entre otros muchos valores que trasmite. “Que sepa el ciudadano que siempre vamos a estar ahí, que siempre vamos a llegar”, remarca.
    Su primer destino fue el Servicio Fiscal del Aeropuerto de Barajas, donde formó parte del equipo de lucha contra el tráfico de drogas. Tras su ascenso a cabo se desplazó a León. “Ahí fue donde me entró el gusanillo de la calle, porque veía cómo pasaban los días y te sentías útil para el ciudadano de a pie, sobre todo en los pequeños pueblos”. Desde allí regresó a Barajas y, tras hacer el curso de sargento, “y por proximidad –vivía en Alcalá de Henares- me gustó mucho la zona de Guadalajara”. 


    Su primer destino en la provincia fue en el Puesto Ordinario (cuartel) de Azuqueca de Henares, en donde ejerció como comandante de puesto entre 1998 y 2001, donde estaba al frente de las operaciones de 22 guardias, hasta que, en 2001, se convirtió en Puesto Principal, comandado por un teniente del Cuerpo. “Entonces pasó ya a ser mandado por un teniente”, recuerda.
    Es cuando aflora su carácter riguroso y didáctico y es cuando se empieza a apreciar el porqué de su distinción: “Un Puesto Principal se diferencia de un Puesto Ordinario en que tiene tres áreas funcionales de trabajo: un área de prevención de la delincuencia, es decir, las patrullas ordinarias que salen a la calle; otra de atención ciudadana, que es donde se recogen todas las denuncias; y una última de investigación”. Y remarca cuan profesor de academia: “Son las tres áreas que componen un puesto principal”.

    Por entonces, recuerda, eran pocos hombres para semejante cambio, para un puesto que debía cubrir –y cubre-, además del propio municipio azudense, Villanueva, Quer, Alovera, la urbanización de Sotolargo (Valdeaveruelo) y Torrejón del Rey. “Yo fui el jefe del Área de Atención y el Área de Prevención”. Ya en 2009 se incluyó el Área de Investigación, “y entonces pasé a ser el jefe de ese departamento, hasta 2021”. A partir de ese momento es suboficial de la Sección de la Policía Judicial de la Comandancia de Guadalajara. “Hay un suboficial que es jefe de Patrimonio, otro Jefe de Personal, y otro responsable del EDOA, que se dedica a combatir la delincuencia organizada. Yo soy responsable de la Plana Mayor, llevo el control de las operaciones que se hacen, de las cámaras de seguridad de las poblaciones y de la estadística”, explica.

La conversación comenzaba a discurrir por laberintos demasiado técnicos para el lector. Fue entonces cuando responde así a la pregunta: ¿Qué ha supuesto para usted, como persona, la distinción que le otorgaron en el Día de la Provincia?


    “Un orgullo inmenso, un reconocimiento a los 22 años que estuve trabajando en Azuqueca de Henares. A nivel personal fue algo fabuloso, me reconocieron mi trabajo allí, y en el ámbito profesional, como Guardia Civil, fue un honor que la Diputación provincial haya tenido el detalle de reconocer a uno de los miembros de una institución, como la Benemérita”. 

    Para él supone un reconocimiento a una ardua tarea que desarrolló y siguen desarrollando los miembros del Puesto Principal de Azuqueca de Henares porque “es y era el más conflictivo de la provincia de Guadalajara, por ese motivo hay que servir al ciudadano, y la mejor forma es estar al pie del cañón. De lo que sí que puedo presumir es que siempre que mis guardias me han llamado, porque tuvieran algún problema, o necesitaran mi presencia, siempre he estado”. La labor de la Guardia Civil –entiende- tiene un marcado fin social fijado por ley, “proteger el libre ejercicio de derechos y libertades, así como garantizar la seguridad ciudadana; sentirse útil al ciudadano y ver su cara cuando lo sacas de un aprieto te llena de orgullo, es una buena compensación a las horas y el tiempo que echas trabajando en la calle”. 

Eso se plasma en la buena reputación que la Guardia Civil tiene en Azuqueca en los ámbitos social e institucional. “Siempre ha sido así”, comenta. “Desde que llegué en 1998, cuando estaba de alcalde Florentino García Bonilla, hasta la actualidad, con José Luis Blanco, las relaciones han sido exquisitas, tanto en materia de cordialidad, como en el ámbito profesional. Siempre que ha habido un problema de seguridad nos hemos juntado representantes del Ayuntamiento, Policía Local y mandos de la Guardia Civil y la coordinación ha sido siempre ejemplar; siempre han estado dispuestos a colaborar con nosotros”. 

    Y prosigue: “Quiero resaltar una cosa, que es básica, los guardias de Azuqueca son espectaculares, en su mayoría, con una media de edad de 35 años, están en lo mejor de su trayectoria profesional, son buenísimos trabajando en la calle, son gente implicada y que saben donde estás y el compañerismo que tienen entre ellos es algo de valorar. Cuando se comete un hecho delictivo en un sitio concreto va inicialmente una patrulla y, si se complica la actuación, acude otra en su apoyo”. 


    Y éste es el momento en que se pone de relieve el carácter, compañerismo y altruismo de este guardia civil con mayúsculas: “Gracias a ellos, en los 22 años que he estado allí, puedo decir que he estado a gusto, sabiendo que tenía gente responsable y conocedora de su trabajo, mis manos, mis ojos y mis pies son mis guardias, ellos son merecedores de parte de mi premio”. 

    Toda la organización en Azuqueca está planteada, afirma, “para dar la respuesta más inmediata posible al requerimiento ciudadano, con ello pretendíamos y pretendemos garantizarnos la confianza del ciudadano, mediante una buena atención”. Todo está encaminado a crear una sensación de seguridad, “Si vivo en Azuqueca, y entro por una punta de Azuqueca, me para una patrulla, y a mitad del pueblo me para otra, yo, siendo vecino de Azuqueca, estaría contento, porque quien tiene que tener miedo a eso es el delincuente y ellos no son tontos, el bis a bis funciona, porque en seguida comentan entre ellos que en la localidad hay muchos de verde, no interesa ir por allí”, ejemplifica. “Si no echamos el aliento en el cogote al delincuente, si no nos ven, no sienten la presencia policial, la calle es para ellos, y no se puede permitir”, prosigue. A esto se suma la labor callada del Área de Investigación, “buscando a los autores, o, en su caso, organizaciones que cometen los delitos para romper el círculo vicioso de detención y llegada de nuevos delincuentes”.


    “Queremos que el ciudadano se sienta protegido y si no somos nosotros, porque las patrullas estaban ocupadas con detenidos, por ejemplo, por una violencia de género, la misma función la tiene que hacer la Policía Local y ahí estaba la coordinación que teníamos con ellos”. Con eso se logra algo que considera muy sencillo: “Yo tenía cuatro patrullas, y solo ocho hombres, 16 ojos… si conciencio a la gente de Azuqueca de que cuando vean algo raro me llamen, tengo otra persona trabajando para mí, y si consigo que sean 30 personas que ganen confianza con la Guardia Civil, y me estén llamando, mis patrullas se desplazarán a sitios donde los ciudadanos observan actitudes raras o hechos delictivos ya que en todos los sitios no podemos estar”.

    La curiosidad por los sentimientos de un profesional de la Guardia Civil recobra protagonismo en la entrevista. Usted, como Guardia Civil, siempre ha tenido vocación de servicio…

¿Qué sentía cuando llegaba una mujer al Puesto Principal y le decía: “Mi marido me ha dado una paliza”?
    “La sensación de que hay que proteger a esa mujer, de que nos tenemos que poner a su completa disposición y que tenemos que intentar por todos los medios que el tiempo que esté en el cuartel contándonos el problema que tiene, que ya bastante valor ha sacado para ir a contarlo –contar que la persona de la que estaba enamorada, con la que ha convivido toda la vida, la está agrediendo-; tiene que ver en ti a una persona que es amiga, que la va a ayudar y que, desde el momento en que entre por la puerta se tiene que sentir protegida”.

    Una forma admirable de ver las cosas, porque los sentimientos los lleva al ámbito profesional… “Por supuesto, siempre”, dice tajante. “Hay veces que son errores, pero en ese aspecto soy muy sentimental, porque a mi me parió una mujer, lo tengo muy claro”. Este sargento canaliza los sentimientos para ver en qué forma hay que actuar, “eso está claro, hay que analizar el caso para ver cómo puedes actuar, pero el sentimiento de mujeres indefensas que van a un cuartel llorando…  todos nos ha parido una mujer”, incide.

“Todos los guardias que tenía a mis órdenes en Viogen –unidad especializada en violencia de género- pensaban y sentían como yo”, continúa.


    La entrevista concluye. Toca a su fin el encuentro con una persona cualificada, con experiencia, que maneja sabiamente sus sentimientos y su profesionalidad, y que cree que los valores clave para el desarrollo profesional y humano de un guardia civil son “lealtad, compañerismo, valor, discreción, altruismo y vocación de servicio”. Reflejo personificado de la Cartilla del Guardia Civil.