'Secretos del corazón' y oficio de tinieblas

16/04/2022 - 11:54 José Antonio Alonso/Etnólogo

La Semana Santa es un tiempo muy rico en ritos populares y, muchas veces, resulta difícil distinguir dónde empieza y dónde termina la ortodoxia católica y la tradición popular. 

Se cumplen ahora veinticinco años del estreno de la película Secretos del corazón del cineasta navarro Montxo Armendáriz (Olleta- Navarra, 1949). Con el aniversario como pretexto, la dos de TVE hizo un doblete especial en su “Historia de nuestro cine”, tratando el tema de la España vaciada, ahora tan de actualidad. La otra película del doblete era “El camino” (1963), dirigida por Ana Mariscal, adaptación de la novela homónima que Miguel Delibes escribiera 13 años antes. Como es sabido, Montxo Armendáriz dirigió también Tasio esa película emblemática sobre el costumbrismo y el mundo rural; uno de esos filmes que los amantes de estos temas no nos cansamos de mirar y remirar.

El caso es que hacía tiempo que yo no veía Secretos del  corazón y, una vez más, quedé cautivado de todo lo que entraba por mis ojos, por mis oídos y también por mi corazón. No hablaré de sus valores, ni de sus aspectos cinematográficos, que para eso hay gente refutada, que lo ha hecho y lo seguirá haciendo, cada vez que se proyecte la película; pero, aprovechando “que el Pisuerga pasa por Valladolid” y que estamos en las puertas de Semana Santa, hablaré de algunos ritos que aparecen en ella y que tanto tienen que ver con estas fechas.

Fotógrama de la pelicula 'Secretos del corazón' de Montxo Armendáriz. 

Una vez más debemos comentar acerca de la forma similar en que suceden los ritos dentro de nuestra península, en ámbitos relativamente lejanos como la montaña Navarra, donde transcurre la acción, y la provincia de Guadalajara. Armendáriz es un gran conocedor de la cultura tradicional navarra y eso se refleja continuamente en su obra. Secretos del corazón, su laureada y entrañable película, es un reflejo claro de lo que digo. El film es un acercamiento magistral al mundo infantil, a la búsqueda de respuestas en un mundo misterioso y desconocido; pero también refleja la sociedad navarra, el mundo de los adultos en la postguerra.  Desde un punto de vista antropológico supone un acercamiento a la mentalidad y a las costumbres de los navarros. El regreso a la montaña natal de Javi -Andoni Erburu- coincide con la Semana Santa, y es ahí donde el director navarro muestra su conocimiento y documentación del tema. Se suceden varias escenas que contienen numerosos ritos relacionados: la convocatoria con carracas por las calles del pueblo, el lavatorio de Jueves Santo, el sermón de las siete palabras, el oficio de tinieblas y el apedreamiento y la quema del judas.

Los espectadores del centro de la península, especialmente los procedentes del ámbito rural, no tenemos que hacer un gran esfuerzo para recordar nuestra infancia, pues las escenas nos retrotraen a los tiempos pasados, ya que muchos de nosotros hemos recorrido los empedrados de nuestros pueblos, carraca en mano, algunos también vestidos de monaguillos; hemos vivido con temor, la oscuridad del oficio de tinieblas; nos han lavado los pies en Jueves Santo; y muchos de los lectores habrán apedreado, insultado y visto quemar los “judas”, colgados de un árbol cercano al atrio de la iglesia.

La Semana Santa es un tiempo muy rico en ritos populares y, muchas veces, resulta difícil distinguir dónde empieza y dónde termina la ortodoxia católica y la tradición popular. Los templos han sido históricamente escenarios donde el pueblo ha manifestado su fe y sus formas religiosas, a veces con el consentimiento y hasta con la participación del clero y otras con la prohibición expresa de la jerarquía.

Volviendo a la película de Armendáriz, en la escena del “Sermón de las Siete Palabras”, llega un momento en el que todo el pueblo interviene haciendo un enorme ruido con las carracas, golpeando los bancos, creando un tremendo estrépito. Posiblemente, sea un ejemplo de lo que queda del rito conocido antiguamente como “oficio de tinieblas”, que coincide con la representación de la muerte de Jesucristo y que hoy ha quedado reducido, prácticamente a la lectura del pasaje correspondiente del Evangelio, en el que se narra el deceso divino: “Desde la hora sexta se oscureció toda la tierra hasta la hora nona...Y Jesús dando de nuevo un fuerte grito, exhaló su espíritu. Al punto el velo del Templo se rasgó en dos partes de arriba abajo, la tierra tembló, y las piedras se resquebrajaron...”  Mateo (27, 45-51).

Tenebrario. Centenera. Archivo Tomás Camarillo. CEFIHGU 0668. Diputación de Guadalajara.

Hasta hace unas décadas, este era un momento especial en el que, como digo, participaba todo el mundo. Los más mayores, todavía recuerdan el miedo con el que vivían, siendo niños, ese momento en el que los chavales golpeaban el suelo con los pies y los mayores con sus garrotas. Se apagaban todas las luces y la única luz que quedaba en el templo era la del  tenebrario. En la película también se apagan las luces de la iglesia, quedando tan sólo la luz de las velas familiares. De nuevo Javi, el protagonista, vuelve a interrogar a su hermano:  

-¿Por qué apagan las luces?

-Por que cuando mataron a Jesucristo, la tierra se quedó a oscuras y murió mucha gente. Y esto es para recordar las voces de los muertos.

-¿Sí?

-Si. Cantaban para librarse de sus secretos.

-¿Como en nuestra casa deshabitada?

-Sí, pero gritaron tanto que se partió la tierra.

-Ya verás, escucha...

Es entonces cuando comienza el estrépito que acabamos de describir.

Carraca. Villarejo de Medina (Guadalajara). Foto José Antonio Alonso.

Un tenebrario (en su nombre lleva la relación con el oficio de tinieblas) es un triángulo, símbolo de la Trinidad, colocado sobre un pie alto, que suele tener quince velas, puestas de forma escalonada, que cumplían, como suele ocurrir en los ritos, su función simbólica. Una de ellas, la central, representaba a Jesucristo, más los once apóstoles que siguieron fieles al Maestro, más las tres Marías (de este simbolismo hay otras versiones con ligeras variantes). Todavía quedan tenebrarios en algunas iglesias y en las salas de los museos. Como en la película de Armendáriz, la curiosidad infantil está llena de preguntas. En el pasado podemos encontrar, a veces, algunas respuestas.