Señora López: responsable

29/04/2017 - 12:59 Javier Sanz

Creyeron que el poder era eterno desde el día en que se arrogaron hasta donde pudieron el nombramiento de jueces y fiscales.

Es jueves, por la tarde. Madrid se ha enfangado tras la rotura de aguas de la presa del canal (de Isabel II, naturalmente). El agua ha saltado a estas horas el dique de los bordillos y se mete en tiendas y portales. A los peatones nos llega por los tobillos, de momento, y en este voy y vengo sólo se salvan, de momento, los niños chicos, almirantes de sus carritos en un piélago que nada tiene de veneciano sino de marsellés. En la capital se está rodando “El Padrino IV” aunque con actores de segunda, todo es mediocre. Visten jerseys pijos, sonríen con la malicia de cuando empezaron a timar a sus colegas en el patio del instituto y miran de reojo a la cámara. Creyeron que el poder era eterno desde el día en que se arrogaron hasta donde pudieron el nombramiento de fiscales y jueces con el mismo desparpajo con que facturaban confeti a precio de platino. Son presuntos, por supuesto, pero ya están sambenitados, tanto que sus hijos han apostatado del primer apellido, si bien el segundo empieza a oler a fiambre por contagio directo aunque no se enterara de lo que hacía el otro, marca Pozuelo. Les espera el trullo, a ras, ahora que el horizonte se divisaba desde un ático. Les aguarda el chándal cuando vestían de alpaca y a medida, con la firma de media docena de pulserillas seudojipis asomando por la bocamanga derecha para equilibrar en el desfile por el alambre a un rolex tartera que se dejaba ver en la otra. Los del juzgado andan como locos buscando 23 kilos.
    Calle abajo viene la señora López. Hacía meses. Nos besamos. Está bien, muy bien. Está guapa. Está como siempre. Viene de la pelu, es jueves, pero no nota que el agua se le cuela por los zapatos. Los autobuses chapotean y le digo de subir a la cafetería del Corte Inglés, en la séptima, hasta ahí no es probable que llegue Noé. No hay porqué, me dice. Le cuento que ya han informado dónde se produjo la fuga, aunque la avería va para largo: en el primer piso de la calle Génova. Ella me responde que habrá sido “el chulín” (un tal Sánchez) o “el de la coleta” o “los de los ERE” que habrán llegado en el AVE en compañía con “los Pujol”. Parece que el villancico anda sonando por las concesionarias del canal, y como la letra es fácil y la música machacona, se canta de un tirón. La señora López, tan pintona, está a dos minutos de pillar una cistitis porque el agua nos llega ya a las corvas, los niños van a hombros de sus padres y los carritos naufragan haciendo un tapón en las alcantarillas, que no dan abasto. La fuga estará donde sea, me dice, pero ella será genovesa hasta la muerte, aunque en la factura del agua le carguen un veinte o un treinta, vía islas vírgenes. Nos despedimos, la beso e intento llegar a casa. Llevaba razón mi sabio pescadero: la responsable de la fuga que ahora enfanga Madrid es la señora López, el señor López y los lopecitos. Son quienes ponen ahí al clan… que se siente amnistiado después de cada recuento y, con un par, lo proclama hasta en el Parlamento.
    Pdta.- Sí, por supuesto. Faltaría más. Hay para todos. A su tiempo.