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En la encuesta encargada por Nueva Alcarria sobre las municipales de Guadalajara capital, el resultado no puede estar más abierto.
A un año de las elecciones municipales y autonómicas, que tendrán lugar a finales del mes de mayo próximo, se percibe nerviosismo en los diferentes grupos políticos. Nunca el escenario electoral fue tan volátil como en los últimos años, desde la implosión del bipartidismo. Todo está por definirse y, salvo en tendencias constantes observables a nivel nacional, cualquier resultado es posible. Hay procesos obvios como la debacle de Ciudadanos, la pérdida progresiva de apoyos de Podemos o el ascenso de Vox, pero queda por saber lo principal: el nivel de movilización y el apoyo a los dos partidos tradicionales, PSOE y PP. Las empresas demoscópicas hacen su labor y afloran algunas encuestas que, más que definir el futuro, algo imposible por pura definición, muestran trayectorias que luego pueden confirmarse o no. Una encuesta, al fin y al cabo, es un retrato incompleto de un momento exacto, y esa imagen corresponde a la coyuntura en que se realizó, no al día de las futuras elecciones.
En la encuesta encargada por Nueva Alcarria sobre las municipales de Guadalajara capital, el resultado no puede estar más abierto. Vencería el PSOE, como en 2019, pero de nuevo sin capacidad de gobernar en solitario. Necesitaría del apoyo de al menos dos o tres grupos más, toda vez que Ciudadanos -y esto sí que puede afirmarse sin posibilidad de error- no repetirá sus tres concejales actuales. Un voto de Aike y otro del bloque de izquierdas, se llame como se llame, serán necesarios para asegurar una mayoría mínima, y posiblemente ni ello sirva. Tampoco el PP estaría en disposición de conformar una mayoría por más que Vox doble el resultado de 2019. Más allá de que a un año vista sea imposible llegar a ninguna conclusión, máxime con un nivel de error en la encuesta que podría intercambiar el resultado de los dos partidos principales, sí cabe hacer dos observaciones: en primer lugar, las tendencias, como se ve en el resultado atribuido a Vox, dependerán del contexto general y no tanto del análisis de la gestión realizada por Alberto Rojo; y en segundo lugar, es imposible valorar la propuesta del PP toda vez que no está confirmado quién será su candidato. Todo apunta a que las espadas entre distintos grupos dentro del partido provincial siguen en alto. El acercamiento de Román a Feijóo, compañeros de Senado desde hace dos semanas, puede despejar la incógnita. Ya veremos.
Lo que sí es evidente es el miedo que se palpa a nivel autonómico, donde la dificultad de conseguir representación de los pequeños partidos dejará fuera a todos salvo a Vox. El tradicionalismo rural desplegado por Page le acabará pasando factura, pero eso, más que una encuesta, merece un próximo análisis en mayor profundidad.