Sueños de libertad

14/11/2020 - 11:33 Marta Velasco

Inventan comisiones como el ‘Comité de la Verdad’, que, además de vehicular la historia, nos dirigirá hacia lo que debemos pensar.

El mes de noviembre, oscuro y lluvioso, tiene entoldada la terraza con negros augurios y temo que lo vamos a pasar confinados en nuestro distrito madrileño. No me quejo, este virus tiene que irse para siempre y hoy he soñado que un científico había inventado un antídoto mezclando café con un par de golpes de Armagnac, una cosa sencilla y muy de mi gusto. He tenido muchos sueños en esta pandemia: conmovedores, misteriosos, desagradables y algunos pavorosos y, tan reales, que he corrido descalza a la cocina a comer nueces y hacer crucigramas, sin que se me pasase del todo la espeluznante sensación de seguir en la pesadilla.  Nada de sueños agradables o eróticos, como en la Antigua Normalidad.  Pero este último me ha parecido tan plausible y liberador que mañana mismo compro el Armagnac… ¿lo dispensarán en la farmacia?

Pretendo animar a mis lectores, aunque no soy buena en esto. Carezco del altruismo de una amiga a la que suelo llamar cuando me desvelo para contarle mis terrores nocturnos. Se ríe con mis exageraciones y yo me avergüenzo, porque ella está pasando un año muy duro y es tan generosa que me regala la alegría que aún le queda en lo más profundo de su gran alma. Y no, no les voy a dar su teléfono.

Soy afortunada por mis amigos y por la familia que tengo. Salgo por las mañanas a dar una vuelta perimetral con Isabel, mi cuñada, a buen paso, hablando de nuestros recuerdos más felices, de la gana que tenemos de volver al cine y de la preocupación por las personas que están enfermas. Este paseo, con sol o lluvia, habrá que agradecérselo al gobierno que, Decreto mediante, ha dejado que la comunidad nos deje salir. Gracias, Padrecito.

Mientras miles de personas en el mundo enferman cada día, y muchas mueren, aumenta el paro y la economía cae. Mientras los jóvenes más valiosos de esta generación buscan empleos mal pagados o en el extranjero, los niños aprenden a no abrazar y los ancianos agotan sus días en soledad. Mientras pasan cosas tan tristes, nuestros Mandamases se rompen la cabeza tratando de mejorar sus vidas y, si acaso, las nuestras ¿Para encontrar vacuna contra el Covid?, ¿buscar remedio a la pobreza y frenar el paro?… Me parece que no. Creo que buscan frases para cambiar el significado de las palabras: “Se trata de limitar la vehiculación de falsedades que manipulan a la población y deterioran la democracia”. Eso dicen, y la palabra es Censura. Inventan comisiones como el “Comité de la Verdad”, que, además de vehicular la historia, nos dirigirá hacia lo que debemos escribir, leer y pensar. Y como sigamos así nos comunicaremos en la neolengua de Orwell, ya que Celaá, combatiente por la educación integral de los niños públicos, ha propinado un gancho de izquierda a nuestro idioma común para contentar a los separatistas. Mon Dieu, prefiero las pesadillas a esta realidad, probemos suerte con el Armagnac, s’il vous plait.