Teletrabajo iluso

26/09/2020 - 16:01 Antonio Yagüe

Trabajar a distancia implica un cambio de paradigma que permite que cada uno viva en el lugar deseado y no donde tiene la oficina.

Ha hecho falta una pandemia para que pongamos cara (tapada) a los vecinos y valoremos unas vacaciones en la casa familiar del pueblo. El bicho nos ha trastocado nuestras formas de vida y rutinas. No nos queremos imaginar un mundo sin besos ni abrazos, pero parece que usar mascarilla será algo habitual cuando estemos enfermos y que se implantará el teletrabajo.

Trabajar a distancia implica un cambio de paradigma que permite que cada uno viva en el lugar deseado y no donde tiene la oficina. También ha llegado a la comarca en este verano atípico con  Molina llena de colas por la mañana y tardes tranquilas. Los teletrabajadores/veraneantes aseguran que la red telemática, salvo pequeños fallos, ha funcionado. Algunos creen, ilusionados,  que el teletrabajo puede conllevar un pequeño renacimiento de la comarca, ser un balón de oxígeno para la España vaciada.

¿Se convertirá en una Arcadia para urbanitas asustados? Los escépticos aseguran que muy  pocos podrán mantenerse viviendo en un pueblo. Argumentan que si en épocas de vacas gordas y normalidad presupuestaria el Estado no podía mantener los servicios mínimos para hacer habitables esos sitios, ahora, con una deuda del 120% del PIB pinta imposible. Ejemplo: la línea Teruel-Molina- Madrid vuelve a estar amenaza de desaparición.

La vida en el pueblo es ya tan urbana como la de cualquier capital con los inconvenientes de la distancia y la escasez de servicios. Al final acabas comprando en el Mercadona, como uno de Valencia. Pero si vives en un pueblo alejado el trámite  te puede llevar una hora de viaje. Como ir al médico, al banco, llevar los niños al colegio, arreglar unos papeles o comprar ropa. Demasiados inconvenientes y peros que se unen al peor de todos: ¿De qué se puede vivir en los pueblos? El turismo rural nunca será suficiente.

Soy de los que cree que solo una agricultura y una ganadería potentes con jornales dignos resucitarían la España vacía. O que la globalización se revierta después de esto y todos consumamos tomates de nuestro huerto. Nada cambia con profesionales pijos que se trasladan a una bucólica casa de pueblo.