Todo para septiembre
Ahora que ya no hay exámenes académicos de septiembre, los políticos y su troupe se han ido de recónditas vacaciones y, como malos estudiantes, han pospuesto para el próximo mes la resolución de peliagudos problemas.
Nos han dejado con la mascarada turística perfecta de Puigdemont pactada a tres bandas, las mujeres y hombres del tiempo, los influencers, instagramers, youtubers y demás morralla cibernética. Y con las calorinas y sofocos agosteños de siempre.
Se discute estos días en bares y meriendas con los veraneantes repatriados de Cataluña cómo se resolverá sin traumas la convivencia de las autonomías opulentas con las de beneficencia como la nuestra.
Muchos creen que la financiación ‘singular’ o leonino “federalismo” económico, comprometido por Sánchez para seguir gobernando en Moncloa y en la Plaza de Sant Jaume, puede desatar otra fuga masiva de empresas por inseguridad y un conflicto interautonómico hasta en productos caseros.
Opositores a esta política ‘progresista’ proponen un boicot similar al del cava en 2004 cuando el ínclito Carod Rovira cuestionó el apoyo de Cataluña a los Juegos Olímpicos a Madrid 2012. Resultado: se redujeron las ventas y se banalizó el emblemático espumoso.
Algunos se plantean si cuando compras un coche fabricado en Cataluña estás financiando a los independentistas y a su socio Illa. Idem al adquirir medicamentos, colacaos, butifarras, fuets… O andamios, electrodomésticos y sartenes a Euskadi. Son productos de consumo impuestos al resto de España gracias a un mercado cautivo dominante que saltaría por los aires con una independencia de verdad. Ojalá, desean.
El expresidente González, ídolo del Page juvenil, ha colocado en la picota a diputados socialistas que, como nuestro Alberto Rojo, sigan votando más privilegios para Cataluña en detrimento de Castilla-La Mancha. En vano. Se mantendrán soldados al sueldo de Sánchez.
A ver en septiembre. Vienen presupuestos y referéndum. Por algún sitio romperá, como decía uno de mi pueblo.