Un comercio que dejó huella en Guadalajara: La pescadería Maragato
El histórico edificio de la calle Mayor número dos, en donde había estado durante más de un siglo la pescadería Maragato, fue adquirido por el empresario local Lucas de la Roja, con la intención de construir nuevas y modernas viviendas. Conoce toda la historia.
En el año 1895 llegaba a Guadalajara un matrimonio procedente de la localidad leonesa de Astorga con la intención de abrir una tienda para la venta de pescado fresco. Finalmente se decidieron por un bajo del edificio del comienzo de la calle Mayor que igualmente se alargaba por la calle del doctor Miguel Mayoral, conocida popularmente como la Cuesta del Reloj por estar muy próxima al reloj del Ayuntamiento.
El nombre que eligieron finalmente fue el de pescadería Maragato en honor a la zona castellana de la Maragatería, que era en donde habían nacido y por el cariño que guardaban a sus raíces familiares.
A primera hora de la mañana y procedente del Mercado Central del pescado de Madrid, llegaba a la plaza del Ayuntamiento de Guadalajara una camioneta del empresario Justo Pobre y desde allí en carretillas se repartía la llamada coloquialmente ‘Perla Negra del Mar’, que se componía de pescados y mariscos. La Mayor parte de las pescaderías de Guadalajara se encontraban a lo largo de la calle Mayor, en sus alrededores, y en el mercado municipal de abastos. Eran muy famosas las pescaderías de la familia Ramos en los soportales de la plaza Mayor, la de Manuel Martínez en el comienzo de Bardales, la de la familia Mata, junto al barrio del Cerro del Pimiento y por último la de la pescadería Maragato en donde se dejaba la mayoría de la mercancía.
Una vez limpiado y preparado el pescado en la trastienda del comercio de Maragato, quedaba expuesto en una enorme lonja que se divisaba a través de una gran cristalera, en donde la clientela elegía el género para ser servido por los empleados que se encontraban junto al escaparate. El propietario de la pescadería Francisco Prieto tenía la virtud de conocer los nombres y apodos de la mayoría de sus clientas e igualmente siempre tenía a disposición de ellas una libreta en donde anotaba la cuenta de aquellas personas que no podían pagar al momento y lo hacían cuando cobraban a fin de mes. El propietario manifestaba a su clientela que odiaba el cartel que había en numerosos comercios y que decía: “Hoy no se fía, Mañana Sí”. Su generosidad era muy apreciada por las familias a las que costaba llegar a fin de mes.
En la pescadería Maragato llamaban mucho la atención las enormes cajas de madera cilíndrica en donde se encontraban las sardinas arenques y los barriles de chicharro en escabeche, siendo estos barriles muy solicitados por la ronda navideña del Alamín para realizar las tradicionales zambombas. Junto a la pescadería de Maragato, y en los soportales de la calle doctor Mayoral, todas las mañanas se instalaba una floristería ambulante regentada con mucho cariño y simpatía por Luisa Alonso, muy conocida por haber tenido en su domicilio de la calle Bardales a un simpático Loro que siempre saludaba a los viandantes que pasaban debajo de él.
En abril de 1995 la pescadería Maragato echaba el cierre de manera definitiva dejando una huella imborrable para los amantes de las estadísticas. Sus últimos empleados fueron José Antonio Balcones y Enrique Veguillas.
El histórico edificio de la calle Mayor número dos, en donde había estado durante más de un siglo la pescadería Maragato, fue adquirido por el empresario local Lucas de la Roja, con la intención de construir nuevas y modernas viviendas. El edificio fue catalogado por el Plan de Ordenación Urbana como edificio protegido y se le obligaba al constructor a mantener la fachada, la escalera interior y por último la bodega inferior del edificio, que antiguamente había sido utilizada como Tasca para degustación de licores y para partidas de naipes. A finales de 2007 se instaló un andamio para proteger la fachada comenzándose las obras de derribo de su interior. La fuerte crisis inmobiliaria que afectó a toda España trajo consigo la paralización de las obras por parte del constructor. Ante ello, para tratar de dar solución al problema urbanístico, el Ayuntamiento de Guadalajara presentó en 2009 un Plan de Actuación Edificatoria (PAE) que fue recurrido por el propietario, pero el Tribunal Superior de Castilla la Mancha dio la razón al Ayuntamiento de Guadalajara. Hubo una oferta de una empresa constructora que finalmente fue aceptada y en 2022 los técnicos de Urbanismo autorizaron el derribo de la fachada y protección de la Bodega tras tener el visto bueno de la comisión de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha.
El sábado 1 de julio, tras una laboriosa operación de desmonte, el famoso Andamio cono.ocido como “ Maragato” desapareció del paisaje de la calle Mayor tras estar levantado quince años y siete meses sin ningún tipo de actividad constructora.
El Rincón de Eduardo volverá el 1 de septiembre con nuevas historias y personajes de Guadalajara. Feliz verano.