Un controlador de vehículos muy recordado en Guadalajara: Ángel Cañas 'Cañitas'
En tiempos pretéritos el ayuntamiento de Guadalajara, presidido en aquella época por Antonio Lozano Viñés, firmó un acuerdo con el presidente de la Asociación Nacional de Inválidos Civiles para que personas de esta asociación controlasen el estacionamiento de vehículos en varios lugares de la ciudad.
Las plazas de la ciudad arriacense asignadas para el control de vehículos fueron las de Santo Domingo, Alfonso López de Haro, la Plaza de Dávalos y por último el estacionamiento junto a la estación de ferrocarril. El objetivo era que personas con discapacidad controlasen el estacionamiento a cambio de un donativo asignado por la asociación, tras la entrega de un ticket para el propietario del vehiculo.
El estacionamiento de la plaza de Santo Domingo con algo más de treinta plazas fue asignado al vecino del barrio de los Defensores Ángel Cañas Centenera, apodado cariñosamente como “Cañitas”. Sus características personales eran inconfundibles para los ciudadanos de Guadalajara: Alta estatura, cabello de color pelirrojo y largas zancadas al caminar. Su jornada laboral, de lunes a viernes, comenzaba a las ocho de la mañana y lo primero que hacía era dar los buenos días al agente de circulación que se encargaba de regular el tráfico rodado entre las calles de la Carrera, Amparo y el paseo de Fernández Iparraguirre. Posteriormente anotaba en su libreta los vehículos que ya estaban aparcados y a partir de ese momento controlaba el estacionamiento de vehículos que se colocaban en las plazas libres. Cuando alguien aparcaba en uno de esos lugares, Ángel Cañas le facilitaba una papeleta pequeña a cambio de un donativo. El precio del aparcamiento comenzó siendo en los primeros años de cinco pesetas, pasando posteriormente a diez pesetas y por último a quince pesetas de las cuales la mitad era para la asociación de discapacitados y la otra mitad para el controlador.
El comienzo de la construcción del aparcamiento subterráneo de la plaza de Santo Domingo en 1989 supuso el final del control del estacionamiento de vehículos en superficie. De esa manera Ángel Cañas pasó a la situación de jubilado y su labor durante más de quince años fue reconocida con la entrega de una placa en su honor que recibió de manos del alcalde Javier de Irizar Ortega.
A lo largo de su trayectoria laboral, Ángel Cañas tuvo muchísimas anécdotas de las cuales se hubiera podido editar un libro. Una muy curiosa fue cuando en una fría mañana del mes de febrero de 1987 a Ángel se le cayó una moneda de veinticinco pesetas al fondo de una alcantarilla, tras recibirla de un cliente; ni corto ni perezoso Ángel se trasladó a la cafetería próxima de Jovi y solicitó que llamasen de manera urgente a los Bomberos y se trasladaran a la Plaza de Santo Domingo. Una vez personados los Bomberos en la plaza de Santo Domingo, el controlador les suplicó que rescatasen su moneda del fondo de la alcantarilla, ya que era su sustento para comer ese día. Los bomberos hicieron la labor de forma cariñosa y una vez recuperada la moneda, les manifestó que volvía a ser el hombre más feliz del mundo.
El 27 de mayo de 1998, Ángel Cañas Centenera fallecía en el Hospital Universitario de Guadalajara dejando una huella imborrable en la ciudad arriacense.