Un fantasma recorre Europa
Un nuevo ciclo de agitación se ha hecho presente de la noche a la mañana, pero sin que fueran los sindicatos clásicos, ni los partidos más a la izquierda, ni los colectivos más radicalizados sus protagonistas.
El enorme desgaste que ha supuesto la pandemia en todos los órdenes (sanitario y económico, sobre todo, pero también emocional) hay que sumarle la enorme incertidumbre que la guerra en Ucrania ha traído consigo. Ni el incremento de los precios, en particular de la energía en todas sus formas, ni el desabastecimiento de los mercados son algo nuevo, pero la guerra los ha agudizado al máximo. Ante semejante escenario, la movilización social y la protesta no podían hacerse esperar. Y así ha sido. Un nuevo ciclo de agitación se ha hecho presente de la noche a la mañana, pero sin que fueran los sindicatos clásicos, ni los partidos más a la izquierda, ni los colectivos más radicalizados sus protagonistas. La indignación, desde la Gran Recesión en manos de la izquierda, ha caído ahora del lado de los sectores más a la derecha. Habrá quien piense que es normal debido a que el gobierno es una suma de PSOE más Unidas Podemos y que por tanto no van a ser sus clientelas naturales las que se movilicen.
Se trata, sin embargo, de un movimiento con raíces más amplias, extendido por todos los países occidentales, en el que se mezclan reivindicaciones coyunturales con nacionalismos primarios, antiestatismo, xenofobia y populismo. Una mezcla curiosa con estrategias de avance basadas en el meme, el troleo en las redes sociales y la demagogia mediática, capaces de transformar distintas formas de fanatismo en adhesión política y movilización. Todo vale para la causa, desde la ridiculización del adversario, quien, ilegitimado y puesto en evidencia, es objeto de odio permanente, hasta el seguimiento de patrones estéticos en el vestir. Señoritos a caballo, vestidos en la sección campera de El Corte Inglés, chaleco, chaqueta de pana, borrego y gorra, protagonizaron la alianza de cazadores, taurinos y ganaderos sector extremo que se manifestó por las calles de Madrid la pasada semana. Empresarios del transporte convertidos en piqueteros profesionales lideran un paro patronal amparados en el cabreo generalizado del personal.
Es cierto que, una vez más, el gobierno de Sánchez ha pecado de inacción, confiado en que la Unión Europea resuelva la bajada de los precios de la energía desligando el gas de la tarifa de la luz en el Consejo Europeo para aprobarlo, después, en el consejo de ministros del próximo día 29. Escasez de reflejos sabiendo la que está cayendo, la extensión de asfixia y hartazón. Y los de Podemos sin decir ni pío, más allá del Sáhara, pero incapaces de romper la baraja, salir del gobierno y provocar un adelanto de elecciones. Sánchez, confiado en que una vez más se sale con la suya. Pero, mientras, avanzando por España y por Europa un fantasma que crece llamado populismo.