Un italiano ilustre
Galardonado hace apenas un mes con el premio Princesa de Asturias, a cuya recogida jamás podrá asistir, Ordine fue un hombre del Renacimiento, no sólo por su amplitud de saberes, por su curiosidad intelectual, siempre dispuesta a ser saciada, también por su pasión por el arte y su talante humanista.
El pasado sábado falleció un italiano ilustre, un ser humano muy por encima de la media, un hombre sabio y bueno, un sabio insustituible, alguien que supo como nadie valorar lo verdaderamente importante, empeñado en hacer cada día más humana la humanidad. Lógicamente, no hablo de Berlusconi, cuya coincidencia en la fecha de su muerte ha acaparado toda la atención mediática. Nada que ver con él. En todo caso, la casualidad ha servido para estimar mejor la valía de cada cual, para comparar entre formas de ser antagónicas. Me refiero a Nuccio Ordine, profesor de Literatura Italiana en la Universidad de Calabria, pensador y autor de un puñado de títulos que suponen una gran aportación a la defensa de las humanidades, una reivindicación constante del afán por saber, del amor al conocimiento improductivo, no mercantilizado, ajeno al utilitarismo.
Galardonado hace apenas un mes con el premio Princesa de Asturias, a cuya recogida jamás podrá asistir, Ordine fue un hombre del Renacimiento, no sólo por su amplitud de saberes, por su curiosidad intelectual, siempre dispuesta a ser saciada, también por su pasión por el arte y su talante humanista. Opuesto a la parcelación del saber, en lucha contra la impostura y la banalidad reinantes, defendió el conocimiento, la cultura, la educación, no como ingredientes para una supuesta felicidad sino como parte de un estilo de vida digno. Porque es ahí, en la dignidad del ser humano, donde la vida se hace merecedora de ser vivida. De ello y más habló en sus clases, en sus entrevistas, en sus libros. Me quedo con dos: Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal, libro en el que dio voz a algunos de los autores cuya voz es fundamental (Platón, Shakespeare, Cervantes…), en la insistencia de resistir a las leyes del mercado cuando del conocimiento se trata; y La utilidad de lo inútil, un manifiesto sobre la importancia de seguir aprendiendo, de seguir desarrollando el saber sin un objetivo inmediato: “Existen saberes que son fines por sí mismos y que -precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial- pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y el desarrollo civil y cultural de la humanidad”.
Qué poco que ver con el gran protagonista, también italiano, de la semana: Il Cavaliere, un personaje condenado por fraude fiscal, prevaricación, falsedad documental y no sé cuántas cosas más. Ejemplo de tipo gracioso, bromista y dicharachero, admirador de Mussolini y amigo y defensor de Putin, populista, enemigo de los principios liberales y humanísticos que definen a Europa. Un personaje construido con dinero y nada más que dinero. Las comparaciones, sobre todo en este caso, son odiosas.