Una confitería-pastelería muy recordada en Guadalajara: Villalba

30/06/2024 - 12:26 Eduardo Díaz

A principios del siglo XX, el empresario local, Víctor Saldaña, abrió un establecimiento en el número 29 de la calle Mayor, dedicado a la fabricación de los famosos bizcochos borrachos, los cuales eran y son un referente de la ciudad de Guadalajara.

En tiempos pasados en la ciudad de Guadalajara la mayoría de establecimientos, para el servicio y consumo de los ciudadanos se situaban, a ambos lados del eje central de la calle Mayor.

A principios del siglo XX, el empresario local, Víctor Saldaña, abrió un establecimiento en el número 29 de la calle Mayor, dedicado a la fabricación de los famosos bizcochos borrachos, los cuales eran y son un referente de la ciudad de Guadalajara.

El local era muy acogedor con grandes cristaleras en su exterior, amplio mostrador para el despacho de los productos elaborados y un saloncito de té, idóneo para disfrutar las especialidades de la casa e igualmente para la celebración de tertulias.

Sin lugar a dudas la especialidad de la casa eran los bizcochos borrachos, figurando su nombre en la fachada principal. Eran dispensados en cajas de cartón e igualmente en preciosas cajas metálicas que posteriormente eran utilizadas como envases de hilos para la costura.

Con el paso del tiempo la familia Saldaña traspasó el negocio a Alfredo Villalba que siguió manteniendo el negocio de pastelería. Una de las primeras decisiones del nuevo propietario fue la contratación del maestro de productos de repostería Antonio Ferrero. Este artesano del dulce, que procedía de la localidad zamorana de Benavente, introdujo nuevos productos de confitería que harían las delicias de la clientela. Uno de los productos elaborados de manera artesanal, que causó sensación, fueron las famosas trenzas. La receta de este singular producto era la utilización de hojaldre en capas, aplastado por un rodillo de madera que una vez esponjoso se introducía en el horno, finalmente se emborrachaba con licor, rociándolo con azúcar. Otra de las especialidades de la casa Villalba eran los merengues de café. Los jueves se fabricaban de manera exclusiva para la famosa pastelería de Madrid “La Mallorquina”, en plena Puerta del Sol.

Igualmente los bizcochos borrachos de Villalba eran recogidos diariamente por el autobús urbano llamado popularmente el Trabanco, para trasladarlos a Madrid a través de un recadero de la pastelería. Curiosamente en el interior de la pastelería Villalba se rodaron escenas de la película La Tía Tula, dirigida por el inolvidable Miguel Picazo.

Antonio Ferrero. 

Tras la muerte de Alfredo Villalba, a mediados de1975, fue su hijo Manuel Villaba quien tomó las riendas del negocio pastelero. Manolo era muy conocido por la sociedad de Guadalajara, ya que igualmente era un prestigioso actor de teatro muy vinculado con el grupo local Antorcha.

Los mayores días de afluencia en la pastelería Villalba eran los fines de semana y sobre todo cuando finalizaban las sesiones vespertinas de los cines Coliseo Luengo, Moderno e Imperio, que se encontraban a muy pocos metros del local. Era muy frecuente ver a numerosas personas de todas las edades paseando por la calle Mayor y degustando los productos de Villalba, como trenzas, feos y sus incomparables bombas rellenas de nata.

La pastelería Villalba era el complemento ideal para numerosos socios del Casino Principal de Guadalajara, ya que se encontraba justo enfrente del local de dulces. Cuando Manolo Villalba se jubiló, la confitería cerró de manera definitiva, dejando una huella imborrable en la sociedad alcarreña.

    En la actualidad la Administración de Loterías Nº 3 de Guadalajara ocupa el lugar de lo que en su día fue la pastelería Villalba.