Una fábrica muy recordada en Guadalajara: La de aceite 'Los Gallegos'

17/11/2019 - 17:18 Eduardo Díaz

La industria aceitera constaba de dos molinos aceiteros, un edificio de calderas, básculas para el pesaje de las olivas, un grupo de viviendas para los trabajadores temporales y una gigantesca chimenea. 

En el rincón de esta semana vamos a recordar una antigua fábrica de aceites, cuyo propietario era de Galicia y que en la actualidad conserva un antiguo vestigio, famosa chimenea que preside la zona comercial de “La Vaguada”. A finales del siglo XIX en la carretera de Zaragoza comenzó a diseñarse un ventorro denominado: “Maravillas de Tetúan”, en el cual se construyeron un grupo de viviendas y dos fabricas de aceite en las cuales se recogían las aceitunas procedente de Guadalajara y su provincia, parte de la zona norte de Madrid e igualmente de la provincia de Soria. Una de las fabricas fue adquirida con el paso del tiempo por el empresario gallego Vicente García León y la otra que pertenecía al Banco Zaragozano tras realizar un embargo por impagos fue comprada con el paso del tiempo por los tres hijos de Vicente García, por lo que el complejo industrial fue llamado en Guadalajara y de manera cariñosa como: “La Fábrica de aceites los Gallegos”.

La industria aceitera constaba de dos molinos aceiteros, un edificio de calderas, básculas para el pesaje de las olivas, un grupo de viviendas para los trabajadores temporales y una gigantesca chimenea para la salida de gases de la factoría. Sin lugar a dudas lo más llamativo de la fábrica era la enorme chimenea que fue diseñada por el prestigioso arquitecto Antonio Batllé, el cual anteriormente había diseñado el paseo conocido popularmente como “Las Cruces”. 

La mayor producción de aceite se condensaba a finales del verano y durante el otoño, momento en el cual se producía la mayor contratación de empleados y que en algunos momentos llegaban a los doscientos. Igualmente se fabricaba el jabón casero, que tanto éxito tenía entre las amas de casa  y que se producía con los residuos de los aceites y mezclándose con la Sosa.

  Uno de los grandes problemas de la fábrica surgió cuando la gigantesca chimenea comenzó a inclinarse de manera muy pronunciada y con peligro de derrumbamiento. Curiosamente en la ciudad comenzó a llamársela como: “La Pisa de Guadalajara”. Ante ello, los propietarios contrataron a un especialista que milagrosamente recuperó su verticalidad utilizando para ello unas hiladas de ladrillo de forma horizontal y la colocación de varios cinturones metálicos a lo largo de la altura de la chimenea.   

A finales del año 1973  la empresa de aceites cesaba en su actividad debido a la jubilación de sus propietarios  y se trasladaba toda la producción a la Cooperativa de Agricultores y Ganaderos en el Polígono del Henares  y allí permaneció hasta su cierre definitivo. Con el paso del tiempo la parcela de la antigua fábrica de aceites se vio seriamente deteriorada debido a la invasión de perdonas que desvalijaban los antiguos depósitos de aceites e igualmente arrasaban con las casas abandonadas. Ante ello el ayuntamiento de Guadalajara obligó a los propietarios a vallar todos los accesos e igualmente la chimenea fue declarada como Monumento Histórico en el Plan de Ordenación Municipal del año 1983.

La fuerte tormenta que sufrió Guadalajara en la noche del 8 de septiembre del año 1990 estuvo a punto de llevarse por delante a la monumental chimenea, pero la rápida actuación de una cuadrilla de albañiles logró mantener de forma milagrosa al monumento en pie y fue a partir de ese momento cuando comenzó a construirse el complejo urbanístico denominado como  “La Vaguada”. Hoy en día y justo en medio de una zona comercial, se puede observar la chimenea que es un autentico símbolo de lo que fue en su día la fábrica de aceite “Los Gallegos”.