Una infraestructura que cambió la fisionomía de Guadalajara

09/05/2021 - 13:45 Eduardo Díaz

A partir del otoño de 1958 comenzaban los laboriosos trabajos de la circunvalación de la carretera a su paso por Guadalajara, con un presupuesto de 31 millones de pesetas y con la construcción de un enorme puente para salvar las aguas del Río Henares en el paraje denominado como “ La Aceña”.

Antiguamente la carretera Nacional II a su llegada al término municipal de Guadalajara se convertía en Travesía y cruzaba la zona norte de la ciudad. En concreto se iniciaba en la calle de Francisco Aritio hasta el Puente Arabe, subía por la calle Madrid para coger la prolongación de las calles Ingeniero Mariño y Doctor Santiago Ramón y Cajal llegando a la Puerta de Bejanque y por último en una larga recta enfilaba la calle de Zaragoza hasta llegar a la población de Taracena.

La circulación en ambos sentidos de la calzada tenía una media de 3.000 vehículos tanto pesados como ligeros, provocaba numerosos atascos e igualmente múltiples accidentes, alguno de ellos con víctimas mortales. Una de las mayores preocupaciones del alcalde de Guadalajara de aquella época, don Pedro Sanz Vázquez, era la de conseguir una variante para desviar el tráfico de la carretera nacional a su paso por Guadalajara y evitar igualmente los continuos atropellos de los peatones.  

Existe una curiosa anécdota de aquella época, cuando el ministro de Obras Públicas, Fernando Suárez Tangil, quedó atrapado en uno de los múltiples atascos que se producían sobre todo en la zona de Ingeniero Mariño. Desde el antiguo Bar Ramos llamó al domicilio del alcalde de Guadalajara para que enviase inmediatamente a la Guardia Urbana y le facilitasen su salida de la ciudad en su viaje a Barcelona. Pedro Sanz Vázquez le respondió que le agradaba su llamada ya que llevaba varios años reclamando al Ministerio que él presidía la circunvalación de la Nacional II a su paso por Guadalajara y que lo que le había pasado a él, le pasaba diariamente a muchos automovilistas.

 

A partir del otoño de 1958 comenzaban los laboriosos trabajos de la circunvalación de la carretera a su paso por Guadalajara, con un presupuesto de 31 millones de pesetas y con la construcción de un enorme puente para salvar las aguas del Río Henares en el paraje denominado como “ La Aceña”.

El 10 de enero de 1963 se inauguraba la nueva circunvalación de la Nacional II a su paso por Guadalajara con una longitud de 7 kilómetros y con dos vías de circulación, una para cada sentido e igualmente una vía de carril lento en la subida conocida popularmente como la del Toro. Cortaron la cinta inaugural el ministro de Obras Públicas acompañado del gobernador civil de aquella época, Manuel Pardo Gayoso. El alcalde de Guadalajara, Pedro Sanz Vázquez, excusó su asistencia al tener varias operaciones quirúrgicas en la clínica que él dirigía y que en la actualidad sigue vigente y con obras de ampliación.  Días después el alcalde presentó su dimisión una vez que había conseguido su sueño de sacar la Nacional II de las calles de Guadalajara.

Uno de los peores momentos de la Nacional II a su paso por Guadalajara fue la gran riada y desbordamiento del Río Henares en otoño del año 1961 que mantuvo cortada la carretera durante varias horas, siendo alojadas las familias que viajaban en sus vehículos en el Cuartel de Ingenieros Militares de la calle Francisco Aritio.

En mayo de 1967 el Ministerio de Obras Públicas cedía las competencias de la antigua Nacional II  al Ayuntamiento de Guadalajara, desde el Puente Árabe hasta el depósito de las aguas en la calle Zaragoza.