Una instalación militar muy recordada en Guadalajara... La Academia de Ingenieros

11/05/2020 - 10:56 Eduardo Díaz

Los momentos estelares de la Academia de Ingenieros llegaron en los años 1920 y 1923. Un incendio la destruyó. Eduardo Díaz nos recuerda su historia.

En el rincón de esta semana vamos a recordar una instalación militar que antiguamente estuvo en Guadalajara y que dejó una huella imborrable. Nos estamos refiriendo a la Academia de Ingenieros. Esta institución militar se asentó en nuestra ciudad en el año 1833 en el antiguo palacio de Montesclaros que años antes había albergado la Real Fábrica de Paños. Su situación estratégica en la Plaza de la Fábrica, que así se llamaba la antigua plaza de España, hizo que el centro urbano de Guadalajara tomase mucho impulso debido a los numerosos oficiales y cadetes que se trasladaron para ejercer sus funciones en nuestra ciudad.

Con motivo de la I Guerra Carlista, la Academia de Ingenieros se trasladó provisionalmente a Madrid, ante el temor de que las tropas carlistas pasasen por Guadalajara en su camino hacía Madrid. Finalmente los soldados de don Carlos esquivaron la ciudad arriacense y de esta manera se evitó cualquier tipo de conflicto bélico. Con el paso del tiempo, el edificio de la Academia comenzaba a mostrar múltiples deficiencias y ante el temor de que la institución militar abandonase la ciudad, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Guadalajara reformaron parcialmente el edificio en unas obras que duraron más de dos años. Durante la ejecución de las mismas, los alumnos siguieron realizando su formación en el cuartel de San Carlos que se encontraba a muy  pocos metros de la sede de la academia. Igualmente en los terrenos próximos del barranco del Coquín se construyó un picadero de caballos que trajo consigo la ampliación del número de oficiales y cadetes.

Los momentos estelares de la Academia de Ingenieros llegaron en los años 1920 y 1923, cuando el Rey Alfonso XIII, en compañía de su esposa Victoria Eugenia de Battemberg y de  sus hijos, presidió las Juras de Banderas de los Cadetes en el Paseo de la Concordia. Eran momentos de gloria en la ciudad de Guadalajara, tanto en lo comercial como en lo familiar, ya que fueron numerosos militares los que contrajeron matrimonio con jóvenes de la ciudad y se asentaron de manera definitiva en Guadalajara.

Pero todo el esplendor de la Academia de Ingenieros se vino abajo en el terrible incendio que se produjo en la noche del 10 de febrero de 1924. Pese a la rápida intervención de los bomberos de  Guadalajara y de Madrid, “La Casona” como familiarmente la llamaban las autoridades, quedó totalmente destruida por la fuerza de las llamas del fuego. Se perdieron de forma íntegra los valiosos laboratorios de Física, Química y de fotografía. Igualmente la valiosísima biblioteca con más de 28.000 ejemplares quedó convertida en ceniza. Solamente se salvaron del incendio el picadero con sus valiosos caballos y el pabellón militar junto al barranco del Coquín, es el único vestigio que se puede observar en la actualidad desde la avenida del Ejército.

Tal fue la magnitud de los daños causados por el incendio que al día siguiente el presidente del Consejo de Ministros, Miguel Primo de Rivera, se acercaba a las instalaciones militares y dio aviso al Rey Alfonso XIII para que se acercase a comprobar los daños causados. El monarca le prometió al alcalde de Guadalajara, Juan Gallo Ortiz, que la instalación militar se volvería a construir en el mismo lugar en el que se encontraba. Pero en el año 1931 una Orden de la proclamada II República decretaba la supresión de la Academia General y se integraba a la Academia de Ingenieros en la de Artillería con sede en Segovia. 

   Finalizada la Guerra Civil Española, las autoridades de Guadalajara intentaron por todos los medios que la Academia de Ingenieros regresase de nuevo a nuestra ciudad, pero esta quedó ubicada primeramente en Burgos y posteriormente y de forma definitiva en la localidad madrileña de Hoyo de Manzanares en el año 1968. Ese mismo año el escritor Vicente Martorell publicaba la entrañable novela: “11 Cadetes de Guadalajara”, en la cual narraba las vivencias sociales y los amoríos sentimentales de unos cadetes en las calles y lugares de Guadalajara.