Una persona que dejó huella en Guadalajara: Ángel Maroto 'Marotito'
Trabajó en la finca que tenía Usanos el que fue ministro, Tomás Allende y García Baxter.
En todas las ciudades siempre han existido personas que por su singular idiosincrasia han quedado en la memoria de sus ciudadanos. En el rincón de esta semana vamos a recordar a Ángel Maroto, el cual era muy conocido en Guadalajara y pese a su enorme corpulencia y potente voz era conocido como “Marotito”.
Ángel nació en la localidad toledana de Romeral en el año 1922. Terminada la guerra civil española se trasladó a Guadalajara en donde contrajo matrimonio con Isabel Pérez y fruto de este enlace tuvieron cinco hijos. Sus primeros trabajos laborales fueron en la construcción y de manera casual hizo una fuerte amistad con Tomás Allende y García Baxter, ofreciéndole un puesto de trabajo en su finca de Usanos que Ángel aceptó de manera inmediata.
Debido a la gran labor que realizaba en su finca y por un compromiso político de Tomás Allende, Ángel Maroto se trasladó al castillo francés de Saint- Quentin junto con su familia y allí permaneció varios años. Las añoranzas arriacenses de Ángel le hicieron de nuevo regresar a la finca de Tomás Allende y allí fue en donde recibió la terrible noticia del fallecimiento de su hijo Ángel en Toledo, en un trágico accidente laboral. Este hecho luctuoso le indujo a la adicción al alcoholismo sobre todo cuando abandonaba sus tareas de la finca agrícola y se acercaba a Guadalajara, en donde frecuentaba numerosos lugares de hostelería.
A la muerte del que fue ministro de Agricultura Tomás Allende en el año 1987, fue su hermana Alicia Allende la que siguió arropando a Ángel y a su familia en las tareas domésticas y agrícolas de su finca. Con el paso del tiempo a la familia Maroto- Pérez le fue adjudicada una vivienda de Protección Oficial de las denominadas “ Casas del Rey”, por lo que se trasladaron a Guadalajara, a excepción de Ángel, que siguió trabajando y permaneciendo en la finca de la familia Allende para devolverles el cariño que siempre tuvieron hacia su personal. Ángel era un gran trabajador y solamente en los momentos en los que se refugiaba en las bebidas alcohólicas perdía sus composturas.
Existe una graciosa anécdota de Ángel cuando llegaban las Ferias y Fiestas de Guadalajara. Cuando se instalaba el Teatro Chino de Manolita Chen en la explanada junto al Asilo de Ancianos, Ángel se ponía en la puerta. Una vez comenzada la función y con auténtico vocerío manifestaba que venía a poner el orden moral a la ciudad. Cuando algún responsable del Teatro salía para calmarle, Ángel manifestaba que si le dejaban entrar para ver el espectáculo se callaría de manera inmediata y de esa manera tan peculiar, “ Marotito” presenciaba el espectáculo de manera gratuita.
Ángel Maroto falleció en el año 1997 a los 75 años de edad en la que fue su casa de toda la vida: La Finca de la Familia Allende” en compañía de su familia y de Alicia Allende a la que consideraba como a una hija más.