Una rejoneadora que llevó el nombre de Guadalajara por los cosos taurinos de España: María José Pérez Borda
En el rincón de esta semana vamos a recordar a la única rejoneadora que ha tenido la ciudad de Guadalajara a lo largo de su dilatada historia taurina: nos estamos refiriendo a María José Pérez Borda.
Ayer sábado 20 de enero, a las siete y media de la tarde, se celebó en el Teatro Buero Vallejo, la cita anual de la entrega de premios de la temporada taurina 2023, tanto de los festejos celebrados en Guadalajara como en los pueblos de su provincia.
En el rincón de esta semana vamos a recordar a la única rejoneadora que ha tenido la ciudad de Guadalajara a lo largo de su dilatada historia taurina: nos estamos refiriendo a María José Pérez Borda.
Desde su juventud, María José se sintió atraída por el mundo de los caballos. Sus inicios en la monta de Jamelgos comenzaron en la finca de Albolleque, en el término municipal de Chiloeches, propiedad de Ángel Gutiérrez. Allí comenzó igualmente su pasión por el arte del rejoneo, teniendo el apoyo de su padre Manuel Pérez, conocido cariñosamente en la ciudad arriacense como: “Manolo, el de las Lombrey”. En su juventud, Manuel Pérez había sido maletilla, actuando en las capeas de las fiestas patronales de los pueblos de Guadalajara junto a Felipe Jiménez “El Botas”, Aurelio Calatayud, Félix Minchillo “Morenito de Guadalajara”, Julio Mansilla “Viti II” y Miguel Abellán “ El Maletilla de Oro”.
La primera actuación de María José Pérez fue en la plaza de toros de Guadalajara en un festival benéfico, alternando con los rejoneadores Luis Miguel Arranz, Manuel Vega y el jinete de Alovera, Deme Centenera. La actuación de María José fue un rotundo éxito, cortando las dos orejas y el rabo del novillo de su debut.
Una de las actuaciones históricas de María José Pérez fue en la tarde del 20 de junio de 1981 en la plaza madrileña de Las Ventas, en un festival taurino en el que estuvo acompañada por los alumnos de la escuela de tauromaquia de Madrid. Ante unos tendidos totalmente abarrotados de público, la rejoneadora de Guadalajara tuvo una actuación muy digna ante un novillo de la prestigiosa ganadería de Castillo de Montizón, cortando una oreja y dando una vuelta al ruedo apoteósica. A partir de esa histórica tarde en la Catedral del mundo de la Tauromaquia, María José comenzó a torear durante sus ocho años como rejoneadora, en las principales plazas de toros de España.
Célebre fue igualmente su actuación en el coso taurino de Piedrabuena, en la provincia de Ciudad Real. En una tarde histórica María José cortó las dos orejas y el rabo a un enorme novillo, descerrajando la puerta grande de la plaza. Tuvo también María José Pérez el honor de inaugurar la plaza de toros de la localidad de El Casar, recibiendo el apoyo y el cariño de la afición casareña.
Debido a sus numerosos triunfos en las numerosas plazas de toros de España, María José Pérez recibió de manos del inolvidable periodista Domingo Cardero Prieto, el premio “Popular Nueva Alcarria”, en el apartado de Valores Taurinos.
El final de la Carrera Taurina de María José Pérez se produjo en una fría tarde de invierno cuando se encontraba preparándose para la temporada taurina del siguiente año. Un caballo cayó con todo su peso sobre una de sus piernas tras caer al suelo, causándole una lesión irreversible para seguir rejoneando en los ruedos. Ello trajo consigo la venta de su cuadra de caballos y comenzar su nueva etapa laboral en la ya desaparecida Caja Provincial de Guadalajara.
El cariño de María José hacía el mundo del caballo nunca lo perdió. Durante dos años, y junto al maestro Manuel Vidrie, participó años en un espectáculo ecuestre en la República Dominicana.
En la actualidad María José Pérez Borda recuerda con mucho cariño el tiempo que estuvo como rejoneadora profesional, llevando el nombre de Guadalajara por los cosos taurinos de España y Francia.