Vilezas
Coexisten en el planeta, hoy en día, casi 200 estados de pleno derecho. Apenas una veintena son democracias plenas -según el Democracy Index-, entre ellos España.
Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, concejal del Partido Popular vilmente asesinado por ETA en enero de 1995, publica desde hace años en sus redes sociales, cada día, coincidiendo con su aniversario, la remembranza de una víctima del terrorismo, articulando el recuerdo permanente de tantas vidas segadas, de tanta infamia acumulada. Recordaba esta semana el brutal asesinato de Antonio y Hortensia, guardia civil él, su novia ella, en Beasáin, Guipúzcoa, acribillados la noche de Reyes de 1979. Esa misma noche se habían comprometido en matrimonio, apenas tenían 24 y 20 años; él había llegado al País Vasco desde su Cádiz natal buscando un futuro, ella había ido a visitarle esas navidades. Murieron desangrados sin que nadie les auxiliara. El claxon de su coche estuvo sonando media hora.
En seguida, como suele ocurrir, empezaron a llegar los comentarios a su entrada lamentando la sinrazón del terrorismo desalmado y sanguinario que tuvimos que sufrir durante décadas. Sin embargo, uno de los primeros decía “triste lo que pasó entonces, más triste lo que está pasando ahora”. Desconozco si este caso particular es simplemente una clara demostración de estulticia o forma parte de esa corriente de indignación por la situación actual que lleva a confundir la realidad con sus catastróficos augurios. Porque poner a un mismo nivel el terrorismo etarra con el momento presente solo puede proceder de una mente enferma, interesada, hipócrita y absolutamente falta de empatía. No sorprende, viendo lo visto, que haya quienes piensen que vivimos en una dictadura, que se nos han recortado derechos y libertades, que vivimos en un régimen autoritario que oprime y coarta a su población.
Coexisten en el planeta, hoy en día, casi 200 estados de pleno derecho. Apenas una veintena son democracias plenas -según el Democracy Index-, entre ellos España. Otros tantos países son democracias deficientes o regímenes híbridos, el resto son dictaduras en mayor o menor grado. Veo en las estanterías de novedades el último libro de Rosa Díez, Caudillo Sánchez, en el que “explica” cómo España se ha convertido en un régimen autoritario, según ella. Se pervierte el significado de las palabras sin rigor alguno. Se habla con total alegría de dictadura, opresión y golpes de Estado. O de fascismo, por el otro lado. La política de cesión constante por parte del Gobierno a cambio de un puñado de votos nacionalistas entra en la categoría de indignidad. Se hace el ridículo de forma constante, pero ni se rompe España ni se acaba el mundo. No estaría de más, por parte de todos, atenerse al significado de las palabras, no caer en la hipérbole y la exageración permanentes por más que no nos guste lo que vemos. Por el bien de todos.