Volver a empezar
Hace un año pedía a sus Majestades que entregarán a los más de ocho mil millones de personas que habitaban el mundo la capacidad de tratar a los animales con respeto. En este ocasión ruego que el servicio municipal de acogida no caiga en manos equivocadas.
Hojeando el pasado 24 de noviembre las páginas de este periódico, me detuve con especial atención en la noticia que indicaba que la gestión del Centro Municipal de Acogida de Animales Domésticos Abandonados o Perdidos y control poblacional de las colonias felinas de Guadalajara salía a licitación. Reconozco mi sorpresa ante el importe que se marcaba para un período de cuatro años (825.108 euros). En un principio parecía suculento. Pero cogí la calculadora, dividí el importe entre cuatro años, minoré el IVA y las cuentas eran las de siempre: esas que no cubren los gastos básicos del servicio.
La siguiente cifra que hizo desorbitar mis ojos fue el novedoso criterio de valoración del nuevo contrato, el de esterilizar un máximo de 700 gatos. Y cogí la calculadora nuevamente. El importe indicado, dividido entre cuatro años, minorando el IVA y esterilizando el objetivo máximo de 700 gatos. Ahora las cuentas eran peores que las de siempre.
Resumiendo, el concursante para aspirar a gestionar el albergue municipal debe bajar el precio de licitación general e incrementar el número de gatos esterilizados para que los puntos a asignar sean los máximos. Necesito que alguien me explique tal desatino.
Supongo, que como se ha venido haciendo estos más de veinte años en los que el centro de recuperación de la ciudad está en funcionamiento: con la dedicación y el sacrificio de las personas que gestionan este servicio municipal, La Camada. Un equipo que trabaja en una única dirección, la del bienestar animal. Una asociación que eleva la ciudad de Guadalajara como ejemplo en el trato a sus perros y gatos. Una asociación a la que las piedras en el camino, cada vez que tiene que concursar, les resultan más grandes y rugosas.
Hace un año, en este mismo medio, pedía a Sus Majestades que entregaran a los más de ocho mil millones de personas que habitan el mundo la capacidad de tratar a los animales con respeto. En esta ocasión voy a rogarles que este servicio municipal no caiga en manos equivocadas que buscan lucrarse con la vida de los perros y gatos abandonados de nuestra ciudad. Que su sufrimiento, producto de la irresponsabilidad vecinal, no se convierta en el negocio de nadie.
Y, si cae en una entidad que vele por el bienestar animal, que dadas las condiciones de contratación de este servicio, entregue a los perros y gatos la capacidad de no enfermar demasiado para poder evitar los gastos veterinarios en facturas difíciles de afrontar; a la entidad que dona la comida para su alimentación, la capacidad de subsistir y no dejar de proporcionar pienso; a los socios, padrinos y donantes, la capacidad económica suficiente para seguir sufragando los gastos que el contrato no logra cubrir; a los voluntarios, la capacidad de no apartarse de las labores que realizan con los abandonados; y que su junta directiva siga siendo voluntaria y tenga la capacidad de dedicar su tiempo a un servicio municipal los 365 días del año, las 24 horas del día.
Hace un año, también pedía a Sus Majestades que no miraran hacia otro lado ante la solicitud de regalos irresponsables. En este caso quiero pedir al Ayuntamiento de Guadalajara que no mire hacia otro lado ante el bienestar de los perros y gatos abandonados en su ciudad, de los que es responsable. Que velen por sus intereses cuando crucen las puertas del albergue municipal y, para que su estancia en las instalaciones sea la de la recuperación y la segunda oportunidad. Que cuiden de que la entidad que gestione esas vidas, tenga el nombre que tenga, priorice los intereses de los animales por encima de los económicos o políticos, que el bienestar animal sea su máxima y que la ausencia de lucro rece en sus estatutos. Les solicito que cumplan con el compromiso que han establecido con la ciudadanía ya que tienen en sus manos el poder de cambiar la vida de estos animales. Que mantengan un lugar donde el bienestar, la protección y la defensa de los abandonados no sea un recuerdo del pasado.
Que los animales no son juguetes, ni siquiera, en fechas tan señaladas.