Vuelva usted con cita previa
La idiosincrasia hispana se mantiene viva en la todopoderosa administración digital con inexplicables papeles y trámites, que deben buscarse en otras instancias dilapidando tiempo y paciencia “¿Tiene usted cita previa”?
Larra tendría que retitular muy poco aquel famoso artículo. Casi dos siglos después sigue tan actual, como la pertinaz “pereza española”. El protagonista es un francés recién llegado a Madrid con el propósito de resolver unos trámites administrativos en dos semanas. Sus pronósticos se ven truncados y queda enredado en la burocracia castiza de seis meses sin más resultado que el tedioso “vuelva usted mañana” como respuesta.
La idiosincrasia hispana se mantiene viva en la todopoderosa administración digital con inexplicables papeles y trámites, que deben buscarse en otras instancias dilapidando tiempo y paciencia “¿Tiene usted cita previa”?, es lo primero que te preguntan en una oficina pública, bancos incluidos y pronto en comercios. “Pues deme usted cita previa, por favor”. “No podemos, eso tiene que hacerlo por internet”. Lo normal, si sabes manejar el móvil, es buscar la web correspondiente. Respuesta: no puede ser antes de quince días. Está todo ocupado.
Una conocida madrileña hubo de desplazarse con una bebé a la oficina de la Seguridad Social de Molina de Aragón, antes de la pandemia, porque era la primera que le daba “cita previa” en un mes. Contó que, cuando llegó, hubo de esperar casi una hora porque el empleado dijo que tenía que ir a Correos. Lo vio desayunando con risas y compis en un bar cercano. La oficina lleva casi dos años cerrada. A los molineses les dan citas de más de dos meses en Teruel (100 kms), Zaragoza y Guadalajara, la capital provincial, a 150 Kms. En la capital autonómica, Toledo, a 270 Kms, pueden ser eternas.
El resultado es una sensación de frustración y enojo. Se comprende que las administraciones han sufrido de austeridad y recortes. Se han degradado. Los poderes constituidos olvidan que la salud de una democracia, sin recurrir a la clasificación de The Economist, se mide en la garantía de los derechos establecidos por las leyes, empezando por la provisión de los servicios públicos.
Y sobran los vaciles al personal, como diría Umbral, con términos políticos casposos. “Cita previa” es una locución impresentable. Resulta evidente que no se pueden fijar citas a posterior ¡Ya está bien, tíos!