Winter is coming
El frío invierno es el gran arma rusa, la que derrotó a los ejércitos de Napoleón en el siglo XIX y de Hitler en el XX. Ahora Putin quiere derrocar a Europa con otro invierno, pero no se da cuenta de que las cosas han cambiado.
Ningún otro lema simboliza como este la conjunción de todos nuestros miedos. “Se acerca el invierno”, divisa de la Casa Stark, define la amenaza que acecha cercana y el espanto que anticipa el futuro y nos obliga a estar preparados para afrontarlo. El peligro que suponen los caminantes blancos al otro lado del muro de hielo, apenas detenidos por la Guardia de la Noche, anuncia la llegada a Poniente de un horror que no somos capaces de calcular. Desde que Ned Stark lo pronunciara por primera vez hace más de diez años en Juego de Tronos, la llegada del frío invierno se ha convertido en una metáfora para la vida real, en un mantra continuamente utilizado en Occidente. Este invierno, que se intuye inminente, viene precedido de los peores augurios. La invasión rusa de Ucrania, la movilización militar de su población, la inflación desatada, la crisis energética… Se acumulan las adversidades y la llegada del invierno nunca había traído tanta incertidumbre consigo.
Putin calculó mal, pensó en vencer rápidamente y, una vez más, su información y, por tanto, su percepción de la realidad fue fallida. Rusia mantiene no pocos hábitos del periodo soviético. Ni las estadísticas ni los datos oficiales son reflejo de la real situación del país, hasta el punto de que sus propios gobernantes han llegado a creerse sus propias mentiras. Las fuerzas armadas rusas han demostrado su ineficacia, su atraso tecnológico y su incapacidad estratégica. De hecho, pensaron que iban a arrasar Ucrania en pocos días y siete meses después están en retirada. Sus modelos, propios de una guerra concebida en el avance de carros de combate apoyados por la aviación, tienen más que ver con la II Guerra Mundial que con la actual guerra tecnológica, el uso de drones o los sistemas de geolocalización. Su tecnología se ha descubierto obsoleta, en particular la capacidad de control de sus satélites, y su organización tiene los peores vicios soviéticos. Tampoco calculó Putin los efectos que sobre su economía tendrían las sanciones de la comunidad internacional, ni la claridad con la que el resto de países se iba a oponer a sus amenazas.
El frío invierno es el gran arma rusa, la que derrotó a los ejércitos de Napoleón en el siglo XIX y de Hitler en el XX. Ahora Putin quiere derrocar a Europa con otro invierno, pero no se da cuenta de que las cosas han cambiado. El dictador es él, y es posible que el invierno se vuelva a imponer derrotando, como ha hecho siempre, a los invasores. En Desembarco del Rey sus gobernantes no han mirado para otro lado, sino que han afrontado el reto, asumiendo sus costes, haciendo suyo el lema de la Casa Lannister: ¡Oye mi rugido!