El Valle del Sal
Forma parte de la candidatura a Patrimonio Mundial de la Unesco.
Este es el título del último libro que acabo de leer y que está firmado por Tomás Gismera, compañero de estas páginas y de sentires y desvelos por la Sierra que nos vio nacer. Como es de sobra conocido por los lectores, no intentaré contar nada nuevo, acerca del escritor atencino, tan sólo subrayar la amplitud y la importancia de su obra e invitar a su consulta y lectura, ya que su aportación es valiosísima para el conocimiento de nuestra historia y tradiciones serranas, provinciales, y aún de las de más allá de nuestras fronteras. Echen un vistazo a su bibliografía y comprobarán que Gismera lleva a raja tabla aquello de que “obras son amores...” porque se encontrarán con un listado bibliográfico de vértigo y con mucho cariño y conocimiento puesto en los dos centenares de libros que tiene firmados, aparte de artículos y otras formas de difusión de su dilatada trayectoria: http://tomasgismeravelasco.blogspot.com/
En la obra de Gismera predominan los libros de investigación y divulgación sobre historia, arte y costumbres, pero también hay lugar importante para otros aspectos como las biografías o la narrativa histórica. En este último apartado se encuadra precisamente “El Valle de la Sal”, obra de la que queremos dar noticia para aquellos que no la conozcan. Esta novela supone la culminación de otras entregas, publicadas con distintos títulos, entre los que se encuentra “El Guardián del Salar”, referente en el mundo de la novela histórica salinera y Premio de Narrativa Histórica “Álvaro de Luna”, en su edición de 2015, convocado por el Ayuntamiento de Cañete (Cuenca).
Portada de El Valle del Sal.
El autor sitúa la acción en el Valle del río Salado, en los primeros años del reinado de Felipe II. El núcleo central del libro transcurre en torno a una trama de corrupción en la que participaron los administradores de las salinas, corregidores de Atienza y algunos consejeros reales que desviaron los ingresos de las salinas en su propio beneficio. Ante la situación, el “Rey Prudente”, envía a la zona un espía para esclarecer los hechos y descubrir a los autores. No desvelaremos más datos. No olvidemos que se trata de una novela, no de un libro de Historia, pero ya se sabe que, en estos casos, la ficción y la realidad suelen ir de la mano. Gismera conoce muy bien el mundo de las salinas, prueba de ello son sus libros publicados sobre dicha actividad en las zonas seguntina, molinesa y cifontina. Algunas de sus monografías locales -Santamera o Cercadillo, por ejemplo- también se hacen eco del mundo salinero.
La sal sigue siendo un elemento muy importante para la vida y la economía, pero es posible que, viendo las ruinas de nuestras salinas de interior, no nos hagamos justa idea de lo que supusieron en nuestro devenir histórico. Como es sabido, la propia palabra “salario” tiene en el término latino “salarium” su origen relacionado con la sal, pero es posible que, ya en la Prehistoria, se aprovecharan las salinas por estos pagos. La sal es imprescindible para la vida de los rumiantes y los topónimos de nuestras localidades reflejan esa circunstancia denominando algunos lugares: -las saleguillas, los salegares, etc.-, relacionados con el aporte de sal para la ganadería-. La sal tuvo una importancia fundamental para la alimentación, la medicina, la conservación de alimentos, también para los ingresos de la Corona. En el “Pórtico” de la obra de Gismera podemos leer: “La ciudad de los obispos (Sigüenza, se entiende), al igual que la catedral se levantó con el producto de alguno de los muchos salinares del valle al que, para guardarlo, se dotó de castillos desde los que defenderlo. También surgieron en el valle otras villas que con sus castillos, iglesias y conventos contribuyeron a engrandecer la tierra del rey. Villas que, al igual que la ciudad de los obispos, creció gracias al beneficio de la sal...”. Este texto forma parte de la novela y suena demasiado contundente, pero, en la realidad histórica, el peso de la actividad salinera fue muy importante.
Desde el año pasado, la candidatura denominada “Paisaje dulce y salado de Sigüenza y Atienza”, presentada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, en la categoría de Paisaje Cultural, ha entrado en la Lista Indicativa de España como candidata a convertirse en Patrimonio Mundial de la UNESCO. Así lo decidió el Pleno del Consejo de Patrimonio Histórico, convocado por el Ministerio de Cultura, en el que están representadas todas las comunidades y ciudades autónomas. Leo en “Cultura en Red CLM” (1) que en los 219 km² del Paisaje Cultural se ubican 12 BIC (Bien de Interés Cultural): “...tres conjuntos históricos (Sigüenza, Atienza y Palazuelos), cinco castillos (La Riba de Santiuste, Atienza, Sigüenza, Pelegrina y Palazuelos), una catedral (Sigüenza), una iglesia (Salvador de Carabias) y un bien inmaterial (La Caballada de Atienza). Todo ello, dentro de un paisaje muy singular, fosilizado desde la conquista cristiana en el siglo XII, que respeta los requisitos de integridad y autenticidad exigidos por la UNESCO”.
Salinas de Rienda. Foto: José Antonio Alonso.
Las cosas se están haciendo bien. Debemos felicitar a los gestores porque, finalmente, se ha presentado una candidatura bien armada, con una visión moderna e integradora de la Historia y el paisaje humanizado. Detrás de todo ello, muchos esfuerzos institucionales (Junta, Diputación, ayuntamientos de Sigüenza, Atienza, etc., Consejo Rector de la Candidatura y otros colectivos) y personales, cuyos nombres son ya conocidos, remando en la misma dirección. Hace tiempo que se dieron algunos pasos importantes: la Microreserva “Saladares del Río Salado” fue declarada como tal en 2003, el mismo año que el “Barranco del Río Dulce y Hoz de Pelegrina” fue declarado Parque Natural (2). La Universidad de Alcalá viene trabajando en esta línea integradora de los paisajes a que aludíamos y ha publicado algunos “Atlas” en esta línea.
Afortunadamente la bibliografía sobre el tema salinero en nuestra provincia es muy abundante. Muchos autores han tratado la cuestión, desde perspectivas diversas que enriquecen el conocimiento y la valoración social del conjunto. Así es que, además de felicitar a los gestores y a los estudiosos debemos felicitarnos a nosotros mismos, ya que, a fin de cuentas, la sociedad, en general, es la beneficiaria de tanto esfuerzo mancomunado. Estamos ante una oportunidad única para una tierra necesitada de proyectos con futuro. Ánimo con la tarea. Con un poco de suerte, trabajo y perseverancia, la historia, el patrimonio y los paisajes de la sal y del agua dulce pueden convertirse en el revulsivo de primer orden que nuestra tierra necesita.
(1) https://cultura.castillalamancha.es/culturaenredclm/descubre-los-12-bienes-de-interes-cultural-candidatos-patrimonio-mundial-en-guadalajara
(2) Atlas de los Paisajes de la Provincia de Guadalajara, Sancho Comins J. y Reinoso Moreno, D. (directs.).Universidad de Alcalá. pág. 132