¿Hay partido?

15/07/2023 - 18:44 Jesús de Andrés

La clave está siempre en los votantes más racionales, los que han votado a más de un partido en el pasado, los que llegaron puntualmente por determinadas propuestas, por determinadas sensaciones, pero no son devotos.

De la misma forma que la sorpresa de la convocatoria electoral y las primeras entrevistas concedidas como parte de la campaña levantaron el entusiasmo de los suyos, la imagen de un Pedro Sánchez traicionado por su lenguaje corporal en el debate frente a Feijóo ha devuelto la iniciativa a los populares. El voto tiene condicionantes que a veces controlan los propios partidos políticos y a veces no. Una buena parte del voto de los partidos es inamovible. Es el voto de los acérrimos, de aquellos a los que da igual la corrupción o la ineficacia de su opción política, lo importante, el motor que les mueve es la identidad frente al otro. Es el caldo de cultivo del “y tú más”, del mirar para otro lado y de perdonar lo que haga falta si de mi opción se trata. Todo para los míos. Al enemigo ni agua. La camiseta y los colores. Los parroquianos son fieles y lo seguirán siendo: de ellos no tienen que preocuparse los partidos porque no les fallarán.

La clave está siempre en los votantes más racionales, los que han votado a más de un partido en el pasado, los que llegaron puntualmente por determinadas propuestas, por determinadas sensaciones, pero no son devotos. De ellos depende el resultado final, que la balanza se incline finalmente de uno u otro lado. Estos electores, los de más frágil identidad, dan mayorías y minorías, y serán quienes las den en unos días. No sólo porque voten a un partido o a otro, también y sobre todo por el hecho de que vayan a votar o no. La participación, y más en unas fechas tan raras y tan poco favorecedoras para el ejercicio del voto, será determinante. El grupo que se movilice y, sobre todo, consiga desmovilizar al rival, se llevará el gato al agua. Esa es la clave. 

No faltará quien argumente que el voto es cada vez más emocional y menos racional, pero qué otra cosa sino un cálculo de costes y beneficios es dar satisfacción a unas necesidades que no son económicas, que son inmateriales, morales, espirituales incluso. En un horizonte que favorecía al PP, la pregunta que todos nos hacemos es la de si hay partido, si el PSOE tiene alguna posibilidad de dar la vuelta a las encuestas y al sentir general. No parece haberlas: los errores acumulados son demasiados y eso es algo que, más allá de los sondeos, se percibe en el ambiente. No quiere ello decir que no pueda haber sorpresas en los días que restan, ni que Feijóo tenga asegurada una mayoría suficiente, pero sí que el partido se acaba y los milagros son sucesos anormales.