Juan de Dios de la Hoz: “El patrimonio arquitectónico de Guadalajara es uno de los más importantes del país”

18/11/2019 - 13:03 D. Pizarro

Treinta años de carrera le avalan. En una entrevista a Nueva Alcarria repasa los trabajos llevados a cabo en la provincia.

En  30 años de carrera, Juan de Dios de la Hoz ha trabajado  desde su estudio en la restauración de más de un centenar de edificios integrantes del Patrimonio histórico, como catedrales, castillos, monasterios, palacios, etc. Muchos de ellos en la provincia de Guadalajara, donde ha dejado su buen hacer en localidades como Brihuega.

Usted es el artífice de que el Castillo de Piedra Bermeja de Brihuega haya resucitado como una de las joyas del patrimonio del municipio. ¿Cómo llegó este trabajo a sus manos?
 Empezamos a trabajar en el castillo hace más de 12 años, pero fue con la actual corporación cuando se iniciaron las obras. A lo largo de todo este tiempo, el Ayuntamiento de Brihuega nos ha ido encargando diferentes informes, estudios y proyectos para mejorar el estado de conservación de todo el recinto amurallado. Hasta la fecha se han realizado tres fases, correspondientes a la restauración del lienzo Norte, lienzo Este y la propia del Salón Noble y Capilla.

¿Cuál fue la parte más difícil en este proyecto?
Sin duda la ejecución de la cubierta del Salón Noble. Se trata de una estancia que conservaba restos de los arcos diafragma, pero los mismos se encontraban completamente mutilados. Fue necesario un minucioso trabajo de documentación junto a los arqueólogos, con el fin de poder dibujarlos con total precisión. A partir de ello se replantearon y construyeron las cimbras para los arcos, así como la nueva cubierta de madera, a base de vigas longitudinales, viguetas, cintas y saetinos, todo ello de madera.

¿Cómo se afronta la restauración de un castillo de tal magnitud?
Mediante la redacción de proyectos en los que interviene un importante equipo de profesionales. En este proyecto han sido fundamentales los arqueólogos, historiadores, aparejadores, restauradores e incluso geólogos expertos en materiales pétreos, para poder caracterizar los sillares del edificio. Es fundamental también el apoyo del ayuntamiento como propietario del inmueble, así como una empresa con experiencia. En este caso, las obras de las dos primeras fases en la muralla las realizó la empresa Palomar; y la del salón, la empresa Lorquimur. Ambas han demostrado una enorme capacidad y la disposición de materiales, equipos y personal muy cualificado.

¿Se siente satisfecho con el resultado?
Sí. Es muy satisfactorio comprobar cómo estos edificios vuelven a utilizarse. No podemos olvidar que el castillo estaba completamente en ruinas e incluso no se permitía el acceso a la zona del salón por el mal estado de algunos muros. A la vez, se trata de un inmueble con una calidad extraordinaria, en el que seguramente trabajaron los mejores arquitectos, maestros, carpinteros, canteros, etc., del momento. Gracias a ello se puede recuperar a pesar de su antigüedad.  

Cuando el estado de un edificio a restaurar es muy malo, ¿a qué fuentes recurre para abordar la rehabilitación?
Hay dos líneas: la primera es la propia lectura que hacemos del edificio. Se dibuja de forma absolutamente precisa, señalando sus patologías, los diferentes materiales y cualquier elemento que permita datar las fechas de construcción y los tipos empleados en su construcción. La segunda es la arqueología y el expurgado de documentación en los diferentes archivos históricos (archivo provincial de Guadalajara, archivo general de la Administración, archivo de protocolos...).

En alguna entrevista ha dicho que no puede dejar nada a la imaginación del arquitecto. ¿Es la arquitectura de restauración fiel al edificio original o hay algo de margen para mejorar esa construcción inicial?
Es un titular periodístico que no refleja exactamente la forma de trabajar. Lo que sí que es absolutamente cierto en nuestro caso es que intentamos ‘escuchar’ lo que nos cuentan los edificios, ser capaces de interpretar los problemas que les afectan, realizar todas aquellas pruebas, ensayos y análisis que nos permitan conocerlo al 100 por cien y, a partir de todo ello,  proponer las soluciones más adecuadas. Esto significa que damos absoluta prioridad al edificio y a su historia frente a cualquier propuesta basada solo en el gusto personal del arquitecto. Es evidente que, ante un proyecto, cada arquitecto responde de forma diferente. Lo que nosotros defendemos es que la recuperación sea lo más científica posible y que, por supuesto, habrá que añadir cosas en los edificios, pero que estén plenamente justificadas y basadas en los estudios que se hayan llevado a cabo. También defendemos el uso de materiales y técnicas tradicionales, pues son muy compatibles con las fábricas antiguas. Es por ello que prácticamente el 100 por cien de la obra en el castillo está ejecutada solo con cuatro materiales: piedra, cal, ladrillo y madera. Sólo hay materiales “modernos” en aquello relacionado con las instalaciones, pues lógicamente en el siglo XXI debemos intentar acondicionarlos y por ello el castillo ahora dispone de climatización, seguridad contra incendios, electricidad e iluminación.

¿Ha trabajado en algún otro proyecto de restauración en Guadalajara?
Sí. Desde hace 30 años estamos interviniendo en diferentes edificios de la provincia. Actualmente trabajamos en el Poblado de Villaflores en Guadalajara, en el Monasterio de Bonaval en Retiendas, en la iglesia del Monasterio de San Francisco en Pastrana o la Reja del recinto del Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo en Guadalajara. En Brihuega también estamos finalizando la segunda fase de restauración de la antigua Fábrica de Paños.

¿Cómo definiría el patrimonio arquitectónico de esta provincia? ¿En qué estado se encuentra?
Es sin duda uno de los más importantes de España, tanto en cantidad, como en la calidad de los inmuebles y las obras que contienen. Las administraciones del Estado, Junta de Castilla-La Mancha, diputaciones y los propios ayuntamientos y los particulares hacen grandes esfuerzos para conservarlo y mantenerlo. Pero no es menos cierto que es un patrimonio frágil por la dispersión de población de la provincia y la especialización necesaria para intervenir en ellos.

 Al restaurar un edificio antiguo e introducir materiales actuales, ¿cómo se hace para que no se sea muy evidente?
Las diferencias deben ser sutiles, pero ejecutadas de forma que se pueda discernir lo antiguo de lo nuevo. Es una cuestión que genera debates interesantísimos e incluso encendidas polémicas. Nuestra opinión es que las aportaciones queden en segundo plano, que nunca sobresalgan de lo verdaderamente importante, que es el edificio antiguo. En el Castillo de Brihuega, por ejemplo hay sillares ejecutados con mortero de cal, piezas de madera laminada, morteros con diferente textura y color que los originales, regatinos en las pinturas murales. Todo ello permite al visitante que quiera profundizar, diferenciar qué partes se han añadido sobre los restos originales. Además, recomiendo muy vivamente a todas las personas que visiten el Castillo, pues el equipo de guías que lo muestran, lo hacen de una forma muy amena, pero absolutamente documentada y enseñan al visitante los distintos trabajos llevados a cabo.

El pasado año recibió el premio Rafael Manzano, uno de los más importantes del sector, por trabajos como el de Brihuega o Lorca. ¿Qué sintió al recibirlo?
Ha sido un enorme honor. Es el premio más importante de España dedicado a los profesionales que intervienen sobre la arquitectura tradicional. Recibirlo es un orgullo que no puedo expresar suficientemente. Lo que si puedo decir es que reconocimientos como éste, o el Premio Europa Nostra en 2016 o el de Cultura de la Comunidad de Madrid que recibimos en 2017, nos ayudan a continuar adelante y a seguir trabajando en favor de la recuperación del extraordinario patrimonio que atesoramos y que debemos transmitir en las mejores condiciones posibles a las generaciones venideras.

Usted es el arquitecto director del estudio Lavila. ¿Están especializados en restauración del patrimonio arquitectónico? ¿Por qué eligió este sector? ¿Ha echado alguna vez de menos otros campos de la arquitectura?
El estudio está especializado en restauración y rehabilitación del patrimonio y a ello dedicamos prácticamente el 100 por cien del trabajo, aunque también hacemos en menor medida, obras de nueva planta. La decisión surge desde los últimos años de estudiante en la Escuela de Arquitectura, cuando empecé a trabajar con arquitectos que se dedicaban a la restauración. Al terminar los estudios, los diferentes encargos, los concursos y los diferentes clientes, fueron encaminando el trabajo del estudio hacia la recuperación de estos grandes edificios.