En tiempos como los actuales, saturados por el protagonismo de tanto populista pasado de vueltas, de agresivos verbales y provocadores a tiempo completo, se agradece el bostezo ante políticos que no están para divertirnos sino para gestionar las demandas y los problemas.
A Mario Draghi, economista estrella europeo y primer ministro de Italia, le pasó como a cualquiera en un día complicado. Se le fue el nombre de su interlocutor y al cerrar su alocución junto al presidente del Gobierno de España tiró del primero que se le vino a la cabeza: “Gracias Antonio”.
El gran error del PP se cometió en su momento, en aquel aciago XIX congreso, o poco después, cuando ante la certeza de que había conseguido un título exprés, le habían regalado un máster y había mentido en su currículum con títulos de Harvard que eran cursillos en Aravaca, nadie fue capaz de retirarle su apoyo.
A mis alumnos tampoco les pasa desapercibido el fenómeno de la guerra y aunque lógicamente intentamos no menoscabar en ella, para poder seguir obteniendo el equilibrio, la dinámica y el ritmo que requiere nuestro día a día, hacen pequeñas reflexiones y comentarios sobre ella,