Al hacer balance del 2022 nos consideramos “según y como”. “Normal, si no entramos en detalles” dicen algunos. Otros contemporizan: “Vamos tirando”, sin caer en que “cuando se va tirando es que sobra”.
Navidad ha de ser sobre todo deseo de paz y convivencia. El respeto, la justicia, la legalidad, el entendimiento deberían prevalecer. Evidentemente los libros de historia, los informativos de cada día nos demuestran que no es así.
Los efectos de la ley del divorcio no se hicieron esperar en Guadalajara y en 1932 se registró la primera demanda. Este hecho no escapo al retintín que caracterizaba la seccion de ‘Floreros y Aguijonazos’ de Flores y Abejas.
La zambomba es un intrumento popular en una provincia con mucha tradición.
En la planta primera del antiguo Ateneo Obrero del Productor se encontraba un restaurante que hacía las delicias de los amantes de la gastronomía, que se denominaba “Educación y Descanso”. En el rincón de esta semana vamos a recordar de manera muy breve la historia.
Que España se dejó deslizar hace décadas por un tobogán de agua es algo que no vamos a descubrir ahora. Que, desde 1993, los diferentes gobiernos del PP y del PSOE han cedido competencias y tomado decisiones dirigidas a mantener la estabilidad gubernamental en favor de sus socios nacionalistas, no descubre nada nuevo.
El viernes, 22 de diciembre de 1995 pasó a la historia de Guadalajara al ser el primer día que se celebró la Zambombada, que tanto éxito tuvo ese año como en los años posteriores.
El día en que se aprobó la Constitución fue para nuestra generación y para posteriores un momento grande. Fue un gran éxito para la democracia que tenemos y que todos deseamos dure para siempre.
Releer su articulado es comprobar que se consiguió elaborar un texto moderno, garantizador de los derechos fundamentales de las personas, de contenido social.
No se hacen ustedes a la idea la cantidad de veces que he tenido que decir las verdades del barquero desde el micrófono de la sala de Plenos del Ayuntamiento de Guadalajara.
Serrat, quien acaba de retirarse de los escenarios, hizo de sus proverbios y cantares parte del acervo común -caminante no hay camino, se hace camino al andar-, elevándolos a la categoría de expresión popular.
Lo ocurrido en los últimos días, por más que se empeñen, no ha sido ni un golpe de Estado de izquierdas ni un golpe de Estado de derechas. No es más que parte de la estrategia de la tensión por la que todos apuestan.
Los médicos dan la tabarra con que conviene no caer en excesos para lograr un estado óptimo de salud, mantenerse joven y en forma. Incluso recomiendan restringir la vida social para no ser tentado.
Han pasado muchos siglos, la alegría de la Navidad, real y siempre significada entre las familias cristianas, se ha trocado en muchos de los países del primer mundo.
Es un tiempo crucial para los creyentes, pero también de tradición, cultura popular, dinamización de la economía, de la vida misma, con encuentros gastronómicos de amigos, familiares o compañeros, de compra de regalos y viandas, de conciertos solidarios, estrenos de películas y musicales...
Fueron vedados durante la pandemia, como tantos actos públicos, y son descalificados por ediles y onegés animalistas que ven en ellos un atentado a los derechos animales de vacas, bueyes o burros, e incluso acoso infantil y de género contra quienes representan al Niño y a la Virgen.
Me refiero a Antoñita Bronchalo Lopesino, “Lupe Sino” en el mundo del espectáculo, la novia de Manolete.
Hace muchos años en el puente de diciembre se celebraba la Inmaculada Concepción y el Día de la Madre. En el colegio fabricábamos una pañolera.
La ausencia de nieves nos lleva hasta discutir si el río Piedra nace en Rueda de la Sierra o en Cimballa, el Gallo en Orihuela del Tremedal o en Chera y el Mesa en Selas o Mochales.
He recuperado en estos días, emitida hace poco por la televisión pública, la gran película de Mario Picazo, La tía Tula, y he vuelto a leer, al calor de su ficción, la novela homónima de Miguel de Unamuno.