Los que ya lucimos canas recordamos cómo, cuando éramos niños, en verano, ante la falta de noticias, corrían ríos de tinta con lo que llamábamos, en bucólica expresión, serpientes de verano.
Dice Séneca en Invitación a la serenidad, que “hay que ser indulgentes con el espíritu, y hay que darle descanso una y otra vez. Y hay que vagabundear dando paseos campo a través para que el espíritu se sienta grande y se levante, bajo un cielo libre y respirando aire puro”
Santiago compartió el título de patrón de España con Santa Teresa, hasta que a ésta se le retiró el título en el siglo XVII, al poco de dárselo, ostentándolo desde entonces en solitario.
“Ahora mismo, mientras yo escribo estas líneas o tú estás leyéndolas, se está torturando y matando a animales para que la humanidad pueda comer, vestirse, maquillarse...”
Y recordaba aquel artículo de Julio Camba en el que el agudo periodista gallego contaba que tenía un admirador en Guadalajara, un lector fiel que se suscribió a El Sol.
Es temporada de bodas, Sigüenza se llena de gente guapa, chicos con chaqué, chicas arrastrando cola de plata, señoras con perlas y señores de traje y corbata.
Peralejos de las Truchas, Orea, Poveda, Megina, Peñalén… y, ya en Teruel, Bronchales y Orihuela del Tremedal cumplen con creces el objetivo de los astroturistas urbanitas.
Mis primeros recuerdos de lo que después supe que se llamaban “cantautores” tienen que ver con la radio que difundía sin parar las canciones de éxito.
Legislar como recordar hechos pasados es tan absurdo como intentar pintar el aire o poner puertas al campo.
El verano es tiempo de lecturas, de vivir otras vidas, de dar descanso a la realidad para sumergirnos en la ficción de un libro.
El paso del tiempo y las formas de vida han cambiado pero la convivencia con la gente del pueblo es la misma o mayor, si cabe, pues hay más tiempo para el ocio y llegado agosto la fiesta explota de manera singular.
La historia ha cambiado hasta el punto de que este 17 de agosto jicareros o hinojosetes y labreños o cucos, confraternizarán con una caminata/carrera dando la vuelta a la célebre montaña que los separa o une.
En quince años de 295 hectáreas cultivadas se ha pasado a 2.940, diez veces más, extendiéndose más allá de la Alcarria hasta el mismo Señorío y creciendo. El turismo morado es otro de los encantos de la provincia.
En Sigüenza, años setenta, conviven sin saberlo, y lo saben, dos bandos, sagrado y profano, el de San Roque y el de Baco, sin que en ciudad de tanta cofradía falten, cómo no, cofrades de ambos.
La preocupación hoy de los seguntinos es cómo quedará su -nuestra- querida Alameda que ha empezado a experimentar una remodelación integral.
Además, en una etapa histórica en el que con grandes dificultades la democracia liberal se iba abriendo paso, algunas pocas mujeres se atrevieron con la esfera de las ciencias. Una de ellas fue Luisa Gómez Carabaño, natural de Pastrana.
Es una certeza que cuando hablan de la Provenza española no es un atributo gratuito, como tampoco es fruto de un regalo que he podido apreciar en esta visita.
Ningún tiempo pasado es ni mejor, ni peor, es lo que es y ha sido. Tan sólo queremos dar las gracias a cuantos han hecho posible esta historia y tener los mejores deseos para que continúe con el éxito.
Gracias por seguirnos. Hoy renovamos nuestro compromiso con la provincia orgullosos de aquella máxima “Lo dice Nueva Alcarria” como sinónimo de credibilidad.
Una publicación digital puntera sobre psicología y desarrollo personal asegura que “no todas las amistades son para siempre, algunas también caducan”.